Opinión - 22/4/16 - 12:00 AM

Bendición o añadiduras

Por: Carlos Singares e Itzel de Singares Siervos del Señor -

En las sinagogas de Satanás se abanican mucho las frases sobre las bendiciones materiales y de riquezas instantáneas, y hasta se disfrazan con sacos de tela dorada en clara alusión a la opulencia en que viven robando de la bolsa de sus seguidores.

“Si Dios me lo dio a mí, a ti también te quiere bendecir”, dicen estos charlatanes, mientras se pasean en autos lujosos, propagando su veneno del anticristo provocando la codicia, la envidia y la ambición entre quienes los escuchan. El mensaje de los falsos es contrario al Evangelio de Cristo que predica la humildad, entendida como la sumisión a Dios en la pertenencia del cuerpo de Cristo que es su Iglesia.

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él, en amor, habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”, Efesios 1:3-5.

La bendición es espiritual para salvación, luego del arrepentimiento. Debemos ocuparnos de la salvación de los que pertenecemos al cuerpo del Santo de Israel, por encima de buscar afanosamente una recompensa en esta tierra. Pero esto en ninguna manera se refiere a algún tipo de “voto de pobreza”, como se burlan los falsos. “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”, Mateo 6:31-33.

Son los gentiles, no los cristianos, quienes buscan estas bendiciones materiales, que para nosotros son añadiduras, pues ya somos bendecidos espiritualmente en el Cristo como dice Ef. 1:3-5. El afán de riquezas y lujos es propio de los que no son salvos ni son cristianos, son hijos de su padre, el diablo. Hermanos, apártense de esas sinagogas malditas.

 
 

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