El primer arresto fue a eso de las seis de la mañana; el segundo, un par de horas después. Pero luego los arrestos se produjeron como granizadas, hasta llegar a 44, y todo esto en un solo día. La cárcel del poblado se llenó de gente. Los abogados tuvieron abundante trabajo y los tribunales quedaron abarrotados.
Ocurrió en un parque de West Palm Beach, Florida, Estados Unidos, un domingo de verano en un mes de julio. Cuarenta y cuatro homosexuales, que en pleno día y a la vista del público se desnudaron y realizaron sus prácticas, fueron arrestados. Alguien lo llamó �total impudicia, desverg�enza y depravación�.
Este caso ocurrió a la luz del día, en un parque de una ciudad turística en un estado de un país notorio por su llamada �libertad�, mejor dicho �libertinaje�. Ese parque tiene fama porque es algo así como una Meca de homosexuales. Allí se juntan, por decenas, para realizar su inmoralidad, prescindiendo de todo pudor, decencia y temor de Dios.
A partir de la década de 1960, una década que hizo historia con el auge de la cultura de drogas, de descreimiento, de libertad sexual, de divorcio y de sexo entre adolescentes, más los cultos raros y libertinos, se notó el aumento de dos cosas: la proliferación de enfermedades venéreas, que de dos -gonorrea y sífilis- se pasó a más de treinta, incluyendo el terrible y mortal SIDA; y una baja impresionante de verg�enza. Hoy en día nadie se averg�enza de ser alcohólico, drogadicto, fornicario u homosexual. Tal parece que lo ilegal y lo legal es la misma cosa, como lo es también lo moral y lo inmoral. Tanto da creer en Dios como negarlo a boca llena. �Señal de los tiempos!
�Qué podrá esta hora en que vivimos entregarle al día de mañana? Lo mismo que entregan al depósito general los camiones recolectores de basura: sólo basura.
Sin embargo, hay una vía de escape para tanta corrupción. Hay salvación para los que la quieran y la busquen. Hay un poder que puede regenerar. Hay manera de reconciliarnos con Dios. Hay cómo dejar todos los vicios y los malos caminos para empezar una vida nueva. Todavía hay salvación.
Esa salvación la ofrece Jesucristo, único Salvador y Señor. Cuando llegamos a Cristo arrepentidos, �l nos da un nuevo corazón. Cristo puede rescatarnos. Permitámosle hacerlo. �l quiere ser nuestro Salvador.