Espacios de encuentro
A muchas personas se les llena la boca con una supuesta universalidad de la moral, identificándola con la ética.
Hablan de tolerancia como si alguien estuviera en posesión de la verdad absoluta. Las diversas tradiciones religiosas consideran como inmorales conductas que en otras tradiciones ni se toman en cuenta: en el islam, es pecado beber alcohol o comer productos del cerdo; en el judaísmo, comer mariscos o peces sin escamas o no circuncidarse; en hinduismo comer carne de vaca; en otras imponen ser vegetarianos; en el catolicismo vaticano, envían a los infiernos a los que se masturban, usan preservativos, interrumpen un embarazo no deseado, tienen relaciones de pareja no matrimoniales, condenan uniones del mismo género y los divorcios.
Si erradicamos los prejuicios e ignorancia que existen sobre el “otro”, podemos comprender su manera de ver el mundo. Quizá no sea mejor que la nuestra, pero no podemos partir de que no lo es. Seguro que encontramos muchas cosas valiosas para compartir.
La fuente de muchos divorcios nace de una situación en la que ambos toleran durante años actitudes que luego acaban por no soportar. La única manera de construir una convivencia es a través del diálogo y de pequeñas concesiones que faciliten la armonía.