Patrimonio histórico
Mañana se cumplen ocho días del incendio que acabó con las estructuras de la casa réplica de los antiguos buques Boyacá, a la que siempre conocí como la casa del barco, muy cerca de la plaza Herrera, de la escuela Nicolás Pacheco y del Conservatorio, sitio que frecuentaba cuando me dirigía al Instituto Bolívar, ya sea de ida o regreso a casa, y donde logré conocer personas que hoy son destacados profesional.
Cuando observaba las llamas que consumían este edificio histórico construido en 1890, y restaurado en el año 2005, sentí que con esta edificación se quemaba una parte importante de la historia, sin embargo, espero que las autoridades de mi Panamá, el país de las oportunidades, consideren reconstruirla, pues se trata de un patrimonio histórico, un bastión de la nacionalidad para los que resistimos olvidar nuestra historia; y que no se constituya en un punto más de recreación y consumo para turistas.
Una vez restaurada, esperamos ver a esos vecinos, esa gente de los caserones de mampostería que le dieron vida a esta edificación; que por años vivieron en La Boyacá, Casa de Francia y Casa Rosada, y que hoy se hospedan en hoteles y sitios temporales. Panameños que hicieron de este sitio un lugar muy particular, integrado por adultos mayores, niños y jóvenes, a quienes el solo hecho de estar en sus vetustos balcones era motivo de inspiración y disfrute que los hacía creer que estaban en la proa de un buque de guerra, sintiéndose quizás, muy cerca de la bahía.
Aun cuando se recorre el área, ya sea para llevar donaciones o retomar los recuerdos, se observan los escombros junto a las maderas hechas cenizas y se escuchan testimonios desconcertantes de personas que vivieron en estas edificaciones y que sienten incertidumbre porque desconocen si van a regresar a este histórico inmueble.
Queda en manos de las autoridades, la aplicación de las normas que rigen la conservación del patrimonio histórico y hacer que este sitio de interés se mantenga distante de negocios que en nada contribuyen a preservar nuestra identidad. Permitan que su gente regrese para hacer que estos barrios subsistan y sean una muestra que les recuerde a los panameños, sus raíces y su idiosincrasia.