Opinión - 02/3/18 - 12:00 AM

Protección

Por: Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

Pensé que sería un camino pedregoso, lleno de curvas peligrosas,…pero me equivoqué. Era una vía moderna que subía entre fincas y pueblos. Estaba asombrado porque la única experiencia anterior fue en Panamá, y tuvo muchos inconvenientes. Como no quisimos hacer el esfuerzo de caminar por esa trocha que llamaban camino, tuvimos que pedir el favor de vehículos todo terreno de instituciones y empresas que tenían algo que cuidar allá arriba. Al llegar, nuestro cuerpo vibró no solo por el frío sino por encontrarme en el Volcán Barú, sitio poco conocido a pesar de su importancia turística.

El panorama del Volcán impresiona. También las pocas facilidades turísticas. Varias empresas de comunicación tenían torres de transmisión, que necesitaban mantenimiento de expertos. Había una escasa presencia de autoridades de policía. Aunque fue difícil conocer este volcán panameño, nos sentimos satisfechos de haber hecho el esfuerzo. En ese momento mi mente estaba llena de la neblina del volcán Barú cuando llegué a otro volcán que tenía todas las facilidades para el turismo y el estudio de los científicos. Nos encontrábamos en uno de los volcanes de Costa Rica, donde se aprovecha la naturaleza como atractivo turístico sin destruirla.

Recordamos esto hace pocas horas al enterarnos que el sábado tres de marzo en Boquete, Chiriquí habrá una actividad de defensores del medio ambiente sobre el volcán Barú. En las últimas semanas decenas de excursionistas que quieren conocer ese volcán, han sufrido o han tenido problemas que obligaron a las autoridades a rescatarlos. Ahora se piensa arreglar el camino de Boquete que llega al volcán. Grupos ambientalistas temen que se destruya parte de la naturaleza para realizar esta obra. En esta lucha por evitar la destrucción del ambiente, los chiricanos tienen la experiencia exitosa del Sendero Los Quetzales en Cerro Punta.

Por meses realizaron diferentes protestas, que lograron el apoyo de gran parte del pueblo panameño, que no quería que se dañara un área de gran riqueza forestal y animal. En estos momentos se lucha por preservar sitios como Coiba, Costa Arriba y Costa Abajo de Colón, los humedales cercanos a la capital y en el interior. Hay mucho por hacer para evitar que el desarrollo y los negocios, acaben con la naturaleza que Dios nos dio.