Opinión - 18/10/17 - 12:00 AM

Crimen rampante

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Dice el presidente de la República, Juan Carlos Varela, que “tiene esperanza” en que las cifras de la criminalidad desciendan, luego de reconocer que los grupos criminales y el narcotráfico han sobrepasado la capacidad del Gobierno para combatirlos.

Un mandatario no puede basar su gestión en una frase que revela una actitud pasiva y de espera. No, señor presidente, la ciudadanía no puede esperar a que su “esperanza” se concrete, mientras siguen muriendo inocentes en las calles.

La muerte de dos jóvenes policías debe convertirse en un aldabonazo en la conciencia de los tomadores de decisión en el país para que actúen, no con la demagógica “mano dura”, sino con inteligencia y capacidad para enfrentar al delito.

Cómo es posible que a los dos policías sacrificados los tenían haciendo retenes en un paraje solitario, en un vehículo que para acabar de joder, como decimos en buen panameño, estaba hasta dañado. Si es cierto que el reglamento de procedimiento policial señala que debe haber 4 uniformados en los retenes, tener a esos dos jóvenes en un lugar solitario y sin posibilidad de movilización es un crimen.

Tal como hemos señalado, hay que llamar a las mejores mentes del país para poner en práctica un programa de seguridad, basado en tres grandes ejes temáticos: prevención, represión y socialización.

Debemos volver a los criterios de peligrosidad y temibilidad del delincuente y no la hueca palabrería de “derechos humanos” de los criminales, o derecho penal de acto, que a la postre ha sido un fracaso, ¿y qué pasa con los derechos de las víctimas y sus familiares?

Volvamos al criterio de la defensa social, del positivismo jurídico, antes de que los maleantes acaben con Panamá.