Fonseca no será ‘lava gato’, pero sí sapo
En estos días santos casi todos los curas andan diciendo que debemos guardar, que Semana Santa no solo es comer pescado, y menos para convertirnos en jueces señalando y criticando los pecados de los demás sin verse el rabo de uno primero. Y así debe ser, pero cuando me encuentro con un sapo croando alabanzas falsas en público, me enarco como un gato manglatero. Decir con la cara fosca, y a voz en cuello, que el mandato de Varela no se merece que lo dibujen como “tortugón” y que ha sido uno de los mejores gobiernos en Panamá en los últimos años se constituye en uno de los peores pecados en lo que va de esta Cuaresma de bajos índices espirituales y económicos. Solo un sapo o consejero de los grandes puede salirse con semejante cepillada ante las masas. El 14 de marzo de los corrientes, muy de mañanita, el abogado Ramón Fonseca fue a las pantallas de televisión, acudió al medio para decir al país que el comentario de la implicación de la empresa Mossack Fonseca en el lava jato carioca obedece a una confusión de la fiscalía brasileña y que él como consejero presidencial estaba de licencia para explicarnos la situación de dicha empresa relacionada con su nombre.
El consejero presidencial no dejó dudas con su explicación. Todos los que estábamos desayunando en nuestra cabaña de Cerro Marta le creímos y aplaudimos su elocuente docencia al detallar su trabajo de armar compañías que luego vende en cualquier parte del planeta y que solo ellas son responsables de lo que hagan. Todo iba bien con la disertación de Fonseca hasta que hizo la del pato precisamente cuando ya había terminado… entonces…¡suas!… se hace detrás del abanico, alabando al Gobierno. La gente de a pie respeta la mesa, ora, da gracias a Dios por los alimentos, pero cuando Ramón Fonseca dijo lo que dijo cuan esplendoroso sapo hablando bien de un gobierno comparado con los galápagos más lentos del Matasnillo, hasta los perros ladraron alto como prestos a morder a un saltatapias en fuga.
No debo perder mi tiempo aconsejándole al letrado que sobije al presidente para que nos repare el importante y viejo puente Bailey sobre el río Coclé, camino de Toro Bravo, es de la época de Torrijos y tenemos miedo de que se caiga; que asfalte la carretera desde Potrellano hasta La Pintada. Qué difícil sacar cargas por esos caminos. Pero el dos veces premiado escritor nacional, abogado prominente, consejero del presidente de la República de Panamá, me imagino que al igual que los sapos, está viendo cómo sobrevive en la sequía. Este artículo es patrocinado por Ferret. NG de Penonomé, Rest. La tableña Cerro Viento y por el repre del CD Gilberto Parrillón, del correg. La Represa de La Chorrera.