Opinión - 01/9/17 - 12:00 AM

Huracán

Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

Imagino que a algunos panameños no les impresionó las vistas de ríos desbordados y destrozos del huracán Harvey en Texas, EE.UU. Teníamos días de estar sufriendo los efectos de tormentas tropicales que, aunque fueron a menor escala, causaron aquí daños parecidos. Dicen que somos un pueblo bendecido por Dios. No sufrimos grandes tragedias naturales como sucede en otros países. Sin embargo, todos los años en el invierno ocurren inundaciones en ríos y quebradas. Se culpa a irresponsables que lanzan basuras en esos lugares. También hay casos de construcciones que dañan el medioambiente y provocan estos desbordamientos de agua.

Las tragedias humanas que afectan a miles de panameños y extranjeros se deben en parte a la falta de una buena administración de suelos y medio ambiente. No hay excusa para destruir manglares, bosques cercanos a la ciudad, cuando todos sabemos que eso estimula las inundaciones. Menos se puede aceptar que se den permisos de construcción para casas en sitios expuestos a la furia de la naturaleza. Aunque las autoridades den ayuda a los afectados nunca reemplazarán el dolor y la tragedia de ver destruido lo que les ha costado tantos años hacer. Esta situación no es nueva. Ha sucedido desde hace años en este país, que crece con falta de planificación.

Hay que señalar que ciertos hechos negativos pueden considerarse “huracanes” en Panamá. Mientras tenemos el mayor desarrollo económico de la región, no pasa una semana que ocurran cantidad de protestas en todo el país por la falta de agua potable, malas carreteras, escuelas en mal estado, escasez de medicinas, un alto costo de la vida, etc. A lo mejor el peor “huracán” que sufrimos es la inseguridad. Da temor ir a un restaurante que puede ser asaltado. El asunto es tan grave que hasta ir a comprar arroz a la tienda del chino le puede costar la vida en un tiroteo. Ni hablar de los maleantes que asaltan autobuses en diferentes sitios del país.

Añada las estremecedoras revelaciones de delincuentes de “alto perfil”, que lastiman los valores cívicos y morales. ¡Ya no se podrá creer en nadie! Para colmo los politiqueros afilan sus estrategias y engañar al pueblo en las próximas elecciones. Este huracán no importa si tiene nombre de mujer u hombre. Ni qué categoría sea. Lo cierto es que molestará a todos.