Opinión - 16/9/17 - 12:00 AM

Intromisión

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El concepto del Barón de Montesquieu, expresado en su tratado “Del Espíritu de las Leyes”en el que se fundamentan las instituciones democráticas modernas, es la separación de los poderes públicos, en la que cada uno de ellos sirve de contrapeso al otro, sin que prime ninguno, para un correcto funcionamiento de la estructura estatal.

Sabemos que en Panamá tenemos una estructura pública de corte presidencialista, en el Órgano Ejecutivo, tiene poderes que podrían considerarse omnímodos, frente a los otros poderes públicos. El hecho es de vieja data.

El llamado a una Asamblea Nacional Constituyente -promesa incumplida por el actual presidente Juan Carlos Varela- era el mecanismo para establecer una nueva Carta Magna, que limitara las injerencias del Ejecutivo en otros órganos del Estado.

Mientras no se definan las reglas del juego constitucional, el presidente seguirá inmiscuyéndose en los otros órganos del poder público, como lo ha venido haciendo Varela, quien no ha ocultado su disgusto y frustración ante fallos de la Corte Suprema, que han echado al traste los sumarios ‘chimbos’ armado por los fiscales del Ministerio Público.

Varela tiene que entender que no puede influir ni torcer las decisiones de los magistrados de la Corte Suprema o de los jueces de los tribunales inferiores, porque hacerlo, constituye una injerencia, que raya en lo delictivo y que puede hacerlo blanco de un proceso ante la Asamblea Nacional.