La Revelación de Dios
Un resumen acabado del acceso al conocimiento de Dios que tratamos de explicar lo podemos encontrar en el artículo 50 del Catecismo de la Iglesia católica:
Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina (cf. Concilio Vaticano I: DS 3015). Por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo.
Dios se ha revelado y se ha entregado al hombre, de esa forma procura dar una respuesta definitiva a las cuestiones que el hombre se plantea, sobre el sentido y finalidad de su vida terrena. El Creador, infinitamente bueno, decide intervenir en la historia humana y se revela gradualmente mediante sus obras y palabras. Él nos transmite su designio, pero lo hace a través de una pedagogía divina, que entraña una manera particular de expresión. Dios se nos comunica gradualmente y nos va preparando por etapas para acoger la revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la manifestación del Verbo encarnado, Jesucristo.
Como nos enseña la carta a los Hebreos 1,1s
En diversas ocasiones y bajo diferentes formas Dios habló a nuestros padres por medio de los profetas, hasta que en estos días, que son los últimos, nos habló a nosotros por medio del Hijo, a quien hizo destinatario de todo, ya que por él dispuso las edades del mundo.