Opinión - 22/10/17 - 12:00 AM

Necesidad de la oposición

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Un sistema político en el que no existan voces opositoras, a las que se les garantice la libertad de manifestarse, no es más que una dictadura, en la que solo prevalecen los que están en el poder, mientras que el resto de la sociedad es acallado.

La salud de un régimen democrático se refleja en la garantía que les den los gobernantes a los adversarios políticos para que se hagan escuchar; lo que es bueno porque sin la crítica de otros sectores políticos, el gobierno de turno no sabrá si va por buen o mal camino.

La oposición es necesaria en toda democracia, por lo que tratar de acallarla, desbandarla -persiguiendo y encarcelando a sus líderes- es un signo de que no se está gobernando de cara al pueblo, sino en beneficios de camarillas que solo atienden a sus intereses particulares.

Pero también existen otras formas de debilitar a la oposición y es infiltrándola para destruirla desde adentro. En el pasado reciente se ha visto que elementos encubiertos, afines al gobierno de turno, entran a un partido y promueven la división interna.

Los partidos que se precien de opositores deben de identificar y exponer públicamente a estos provocadores que medran en sus filas.

Si no hay una genuina oposición, se cae el principio de alternancia en el poder, vital de toda democracia, ya que siempre serán los mismos -aunque con otros nombres- los que estarán arriba, mientras al pueblo se le ofrecen falsas alternativas de cambio.