Pobre Caicedo y su Catatumbo
Decía mi abuela que la ignorancia es atrevida. Tenía razón aun cuando nació y vivió en una época de pocas oportunidades para instruirse formalmente. Sin embargo, esto no fue obstáculo para que los “viejos de antes” con esa sabiduría popular nos marcaran y guiaran con sus dichos y sus consejos. Esto es lo que se ha dado a partir del domingo pasado, cuando unos cuatro, por decir una cifra, ciudadanos le han caído a piñazos y banquetazos al amigo escritor de lo nuestro Julio Caicedo Mendieta.
La causa, la columna dominical que hace referencia a un pueblo norteño colombiano y en donde la historia registra casos de amenazas llevadas a la práctica y que finalmente lo ubica analógicamente, para darle sentido literario a la columna, como si se tratara de nuestro país. El escritor de las montañas de Capira centra el ombligo de su entrega, recomendándole a la hermosa señora procuradora, al decir del escritor, que es mejor que abandone o deje Catatumbo porque es muy joven y ella misma ha publicado que ha recibido amenazas y presiones por sectores poderosos por las investigaciones que realiza.
Las redes y medios televisivos se han hecho eco de las opiniones de personas que han salido en defensa de la primera dama de la investigación, atacando al escritor capireño y también al medio que publicó la misma e incluso los más osados e ignorantes han afirmado que esta es una trama urdida y ordenada desde el correccional de Miami por Ricardo Martinelli. En realidad me erizo de tanta ignorancia y que no indica otra cosa que la falta de cultura e intelecto para entender la prosa.
Quienes conocemos a Caicedo sabemos que a estas alturas está que se muere de la risa por tantas babosadas e histrionismos que provocó su escrito en las redes, así como originó un pronunciamiento subliminal del embajador del Imperio. Lo cierto es que la ignorancia se ensañó con el escritor.