Opinión - 07/2/18 - 12:00 AM

¡Que piensen lo que quieran!

Por: Por: Roquel Iván Cárdenas calidumtopics@gmail.com -

He titulado este artículo con una frase popular, que es probable que muchos de nosotros hemos empleado alguna vez en nuestra vida. Esta forma desenfada de pensar deja por fuera el amor al prójimo y nuestro deber de procurar su bien. Si actuamos de esta manera, podemos pecar de escándalo. Pero alguno podría preguntar ¿qué es el escándalo? Bueno, en esta ocasión estamos hablando del escándalo como un acontecimiento pecaminoso de palabra, obra y omisión, del que surge para los demás, ocasión de pecar o por lo menos un daño espiritual. San Pablo nos llama la atención al respecto: “Por tanto, ya coman, ya beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para gloria de Dios. No den escándalo ni a judíos ni a griegos ni a la Iglesia de Dios; lo mismo que yo, que me esfuerzo por agradar a todos en todo, sin procurar mi propio interés, sino el de la mayoría, para que se salven. Sean mis imitadores, como lo soy de Cristo”, 1 Corintios 10, 31 - 11, 1.

San Pablo incluso nos catequiza que si hay cosas que no son objetivamente pecados, pero se puede prescindir de ellas por el bien del hermano, hay que hacerlo. Pero san Pablo enseña que los que tienen una conciencia más fuerte tienen el deber de proteger a los más débiles. “Dejemos, por tanto, de juzgarnos los unos a los otros; juzguen más bien que no se debe poner tropiezo o escándalo al hermano”, Romanos 14,13. Por lo tanto, es nuestro deber meditar lo que hacemos o decimos de forma tal de no convertirnos en piedra de tropiezo o en escándalo para los demás.