RESCATE DEL OLVIDO # 533. ESAEL ARAUJO FUNES. SAN SALVADOR
El arte de ornamentación o de Contemplación Romántica, demandado para el consumo de las clases económicamente dominantes, estaba divorciado de las realidades expresivas del arte en toda la región centroamericana, la cual, sumida en dictaduras militares con una polarizada sociedad y desigual equidad en la distribución de las riquezas, estancó por largo tiempo el desarrollo de la educación, la cultura e investigación de las artes.
Esta época, marcó fuertemente a las nuevas generaciones de artistas, que sin poder renunciar o abstraerse de las concepciones del arte Euro-Centrista, tuvieron que convivir y desarrollarse a expensas de ello; tendencias que se imponían como una moda necesaria para existir como artista, que pretendían configurarse como “Estilos creativos de la identidad cultural” en el desarrollo de las artes en El Salvador y la región.
Araujo Funes como muchos, se ve en la necesidad de integrarse a estudiar y desarrollar su perspectiva creadora, entrando también a este círculo de producción de obra decorativa de ocio y entretenimiento con cánones Euro-Centristas. Sin embargo, existía otra producción artística que se estaba desarrollando de manera subterránea, tras las bambalinas de la sociedad, la que merecía todo un reconocimiento, el cual no llegó en su tiempo, ya sea por su factura técnica en germinación o por su contenido crítico-social.
A pesar de la influencia y concepción ideológica del Euro-Centrismo, nuestro pintor no podía escapar a la realidad circundante y los violentos tiempos de la guerra civil que marcaron las generaciones del 70 y 80. Estos hechos llevaron a Araujo Funes a involucrarse en esos procesos históricos del país de El Salvador, lo que realizó de manera activa en las áreas de las comunicaciones y propaganda, y como militante comprometido con la actividad que demandaba aquella época de rebeldía social.
Su obra fue de este modo cargándose de sensibilidad social y de conceptos políticos que pretendían ser también, otro medio de denuncia y de respuesta al necesario proceso de cambio que demandaba aquella sociedad. Sin dejar de lado el Euro-Centrismo, muchos artistas incluyéndose él, tuvieron que hacer un esfuerzo por ir conformando un lenguaje más propio utilizando códigos que permitieran una identidad que determinara, describiese y sintetizara esos tiempos transitorios.
Como militante comprometido con la sociedad por el cambio y como estudiante de Psicología, se permitió explorar otras maneras de interpretar el mundo con lecturas más científicas sobre los fenómenos sociales y su reinterpretación necesaria en la creación artística, retomando así, el humanismo como fuente filosófica en la dimensión cultural y como forma de vida para producir arte con contenido social e identidad regional.
Es así como en los años 90, después de culminada la guerra civil de El Salvador, lo vemos convertirse en uno de los pintores jóvenes más importantes en el área plástica, incorporando con la figuración un cromatismo plástico de excelencia, unido a un discurso social y reivindicativo que desmarca a su pintura del concepto de arte abstracto-decorativo, alejándose además del arte indigenista contemplativo ornamental y lastimero.
Araujo Funes desarrolla su formación académica en el arte en un momento donde prevaleció la carencia de diálogo y de debate, donde el oscurantismo cultural empañaba cualquier investigación de identidades contemporáneas desde la plástica, en la aún confusa identidad nacional; una nueva sociedad quebrantada y segmentada por la guerra, la cual se pretendía reconstruir a partir de una total desorientación y falta de claridad para la promulgación de políticas culturales que enfrentaran creativamente el nuevo escenario político cultural, esto sumado a una dramática carencia de aportes artísticos genuinos que pudieran enmendar nuevos rumbos para la sociedad.