Opinión - 05/9/17 - 12:00 AM

Sociedad Interamericana de Prensa

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Una misión de alto nivel de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) llega hoy a Panamá. El organismo que aglutina a un amplio abanico de medios de comunicación social, sin duda percibe que algo raro está pasando en el Istmo.

Desde los tiempos de la dictadura militar no se observaba una situación tan preocupante en una industria de por sí amenazada por los inevitables avances tecnológicos que consumen ingresos y no le generan mayores aportes monetarios a los medios de comunicación social.

Dos casas editoras -Gese y Epasa- que difunden cinco diarios del país, sufren hoy amenazas; una enfrenta los perjuicios de ser incluidos en la Lista Clinton y la otra es blanco de una incesante campaña de acoso y desprestigio a través de la Dirección General de Ingresos, directivos del Organo Legislativo, Procuraduría y el Ejecutivo.

El cierre de cinco medios impresos –dos de ellos los más antiguos del país- deja a Panamá con una especie de monopolio informativo en cuanto a los medios impresos, algo impensable en una auténtica democracia.

Ni en la víspera de la llegada de misiones de la SIP ni en plena asambleas anuales de ese organismo han servido para frenar la arremetida del gobierno contra los medios. En octubre del año pasado –cuando se desarrollaba la sesión de la SIP en México- se allanó la residencia del presidente de Epasa, Ricardo Chanis y se arrestó al directivo de Nextv, Ricccardo Francolini. Ayer se allana nuevamente la residencia del ejecutivo de la televisora.

Las autoridades salen campantes y violando toda presunción de inocencia vinculan a medios en actividades de lavado de dinero. Sin tener comprobado ningún delito precedente arman esquemas para sugerir en la mente de la sociedad que los diarios adversos al gobierno son producto de ilícito, generando con ello daño a la imagen de la marca e inquietud entre el personal de las empresas periodísticas.

Se trata de un gobierno que presiona hasta la Corte Suprema de Justicia cuando un fallo no es de su gusto; se trata de un gobierno que criminaliza la protesta social encarcelando a estudiantes y esos son asuntos que los medios –al menos éste- no puede callar.

En Panamá la propia situación política del país está generando una peligrosa polarización. Hay que reconocer que cada uno de los grandes medios tienen una inclinación, pero esa es la libertad de la línea editorial de cada quien, sin embargo, hay asuntos de principios que deben ser respetados, una de ellas es la libertad de prensa. En una democracia que no sea de caricatura ni de hipócrita, eso es fundamental y los gobernantes deben entenderlo.