Opinión - 18/9/17 - 12:00 AM

Talento

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Cuando a través de la explotación del talento, artístico o deportivo, una persona de origen humilde se pone en el camino del éxito, eso es digno de admirar e imitar. Tales personas se convierten en ejemplo y referente, es decir un modelo a seguir por la juventud.

En Panamá, tenemos múltiples ejemploS de talentosos deportistas y artistas, que han venido “de abajo”, como se dice popularmente y conquistan la cima: Saladino, Durán, Blades son -entre otros- los más mencionados, siendo la lista bastante extensa.

Lo triste es que hay quienes habiendo triunfado, no pueden resistirse al mal camino, por lo que también la lista de los que se desvían por el camino del delito, no es corta.

Tristemente, en Panamá hay deportistas y artistas de brillante futuro que cayeron en la tentación del dinero fácil.

Es triste. Pero para escarnio público y que sirvan de ejemplo por lo negativo, aquellos figuras del arte, el deporte que caen en el delito, hacen un doble daño a la sociedad, primero porque con su acción dicen que la honradez no sirve de nada y segundo, porque desilusionan a los jóvenes que ven en ellos un ejemplo de superación.

Tales personas, luego de un juicio justo en los que se les garantice todos los elementos para su eficaz defensa, si son hallados culpables, deben ser castigados rigurosamente.

¿Por que rigurosamente? Por traicionar su propio talento y a la sociedad que en determinado momentos los admiró y confió en ellos.

Es casi un pecado echar por la borda un talento o don que Dios nos da y que nos sirve, no solo para superarnos, sino como guía a otros que buscan la superación. Eso no tiene perdón.