Apariencia
Los abuelos tenían un refrán que rezaba: Así como te ven, te tratan, y aún con los años que han pasado no dejan de tener razón; aunque analizando bien la frase, siento que hay un poco de discriminación. No deja de ser cierto que es importante cuidar la apariencia personal, no importa la clase social a la cual pertenezca, pues nunca se sabe con quién se va a encontrar en la calle, las oportunidades llegan en cualquier momento y si no las atrapas, quién sabe cuándo volverán nuevamente.
La semana pasada me llamó mucho la atención un mensaje que se difundió en torno a la apariencia, el cual decía: “No sientas vergüenza de no usar ropa de marca, no tener un gran celular o tener un auto viejo, vergüenza es aparentar ser alguien quien no eres”.
Este mensaje llamó la atención, precisamente, porque a diario vemos a personas que, por la naturaleza de su profesión, requieren vestuario que por lo general reciben a través de canje que las empresas les gestionan con los patrocinadores. Al recibir este beneficio, van creando una imagen equivocada sobre su estatus y poder adquisitivo, cuando en realidad sus salarios son similares a los que puedan percibir profesionales en otros puestos o cargos. Es allí donde está el peligro de aparentar alguien que no es realmente.
Hace unas décadas, en mi Panamá, el país de las oportunidades, las damas de la época preferían a los militares que laboraban en la antigua zona del Canal por los salarios y las facilidades que tenían, y cuántas no se casaron, pero cuando se fueron a vivir con su pareja en su país, recibieron la gran decepción, no todo era color de rosa.
En esto de la apariencia, hay personas a las que poco les importa su forma de vestir. Salen a la calle con un aspecto y unas fragancias que corren a cualquiera, y aducen que son de escasos recursos. Esta no es excusa, pues mi suegra les decía a sus hijos: “Ser pobre está en Dios, pero ser cochino está en uno mismo”.
La reflexión de hoy está dirigida a cuidar su apariencia; a no dejarse envolver por un estatus que puede ser efímero; sea usted mismo. No se deje impresionar. Para bien o para mal, seamos cuidadosos al presentarnos. Lamentablemente, las personas pueden llegar a discriminar y eso no es de Dios.