Opinión - 13/7/17 - 12:00 AM

¿Cómo no me va a doler la agonía de la gente de La Estrella y El Siglo?

Por: José María Torrijos Legazpi Periodista -

Estoy triste. A los periodistas nos van eliminando de un plumazo. Ya sea porque la situación económica no es la mejor y hay que despedir, ya sea porque la tecnología y el mundo 2.0 no requieren de tantos comunicadores y se descartan aquellos que no se adaptaron a la altura de los tiempos, ya sea por temas legales y de justicia, ya sea por lo que sea. Al final, para los efectos prácticos, nos están dejando en el aire, y eso es lo preocupante.

La Estrella de Panamá y El Siglo (siempre nos olvidamos de El Siglo) son hechos por gente. Sí, hay un empresario y una inversión; pero, principalmente, hay gente, mucha gente. Y eso es lo que más duele; porque es gente que necesita una quincena, que tiene hipotecas, créditos por pagar, que tiene hijos en la escuela, que tienen muchas responsabilidades, que necesitan dinero para poder llenar la despensa.

Me duelen mis compañeros periodistas, diseñadores y reporteros gráficos con los que convivía día a día, que se comportaron mejor que mi propia familia, que terminaron convirtiéndose en mis amigos; aquellos que me trataron como un ser humano y no como un simple apellido, que me aguantaron mil y una locuras, así como mi mal temperamento y mis falencias del carácter.

Me duelen los administrativos que siempre me saludaban bien, las recepcionistas y asistentes que siempre me regalaban una linda sonrisa y una buena conversación; los muchachos de la rotativa y CGTP con quienes siempre compartía el bus a la salida. Me duelen los guardias de seguridad con los que conversaba afuera de la garita cuando salía muy entrada la noche y esperaba un taxi o Uber para irme a casa; así como me duelen las señoras de la limpieza, siempre silenciosas y discretas, y el chamo de la cafetería con su pesca’o frito de los viernes que nadie puede superar.

Me duele Eduardo Quirós, quien se ha comportado a la altura y ha demostrado que es un varón. Creo que alguien le debe reconocer que es un tipo recto y honrado. Es muy difícil decir eso de alguien después de la convivencia; porque, generalmente, el trato diario provoca que te desencantes de las personas. En este caso no es así. Más que nunca considero que Quirós es de los tipos más decentes con los que me he cruzado.

Es más, es tanta mi tristeza, que me duelen los que me hicieron daño. Ni siquiera ellos merecen sufrir lo que está ocurriendo.

¿Que el mercado está duro para los periodistas? Pónganse a pensar cómo ha de estar para los de preprensa, rotativa y demás oficios técnicos especializados que empiezan a caer en desuso. Piensen un momento en los canillitas, esos muchachos que regresan desesperados a media mañana solo para comprarse una sopa de microondas porque, seguramente, será lo mejor que comerán en el día.

Piensen en la gente, solo en la gente. Esos que han quedado atrapados en medio de una lucha de poderes. Ya no me interesa culpar ni achacar responsabilidades: para los efectos prácticos, eso no evitará la incertidumbre y la tristeza de todas estas personas.

Esta madrugada, y durante las próximas jornadas, habrá más luces encendidas que de costumbre en los barrios. Son cabezas de familia que se despertaron más temprano de lo usual (o, de plano, no pudieron dormir), porque no dejan de pensar en cómo van a salir de esta ni qué les depara el futuro.

Nadie se merece esta tortura.