Opinión - 21/8/17 - 12:00 AM

Corral

Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

Me llamó la atención ver unas rejas de metal para ordenar a las personas que iban a entrar al evento. Eso significa que había muchas y se necesita organizar bien su ingreso y salida del lugar. Ya minutos antes pasamos dificultades para estacionar el auto. Se pensó que el Atlapa ha quedado pequeño para actividades que atraen mucho público. A pesar de la amenaza de tormenta, adultos y niños se aglomeraban para conseguir sus entradas. ¿Era una pelea de boxeo de campeonato? No. Era la Feria del Libro…

Satisfacción nos causó comprobar que el panameño sigue gustando de la lectura. Por más que la tecnología comunicativa y la pereza cultural, afecten a miles de panameños, allí estaba la muestra que hay niños, adultos y viejos que aprecian el valor de un libro. Mi mente se fue por el “túnel del tiempo”. Hace unos cincuenta años recorría humildes espacios buscando comprar libros viejos y pocos atractivos en las antiguas ferias del libro en los parques de Santa Ana y Porras. Nada del orden y el lujo y la calidad de la feria de hoy en día. Tampoco se veían a autores panameños y extranjeros vendiendo sus obras y dedicándolas con entusiasmo. Hasta una vez fui miembro de la comisión organizadora de la Feria del Libro de esa época.

Ante dueños de librerías recomendé que también se vendieran en esos eventos libros nuevos… (nunca más me invitaron a organizar estas ferias). Ahora el ambiente estaba lleno de risas, de niños escuchando cuenta cuentos. A un chiquillo le permitieron que contara un cuento, y se puso a hacer gestos relacionados con la narración… terminando tirado en el suelo, lo que impresionó a los presentes. Una tímida joven ofrecía libros de cuentos para niños. A pocos metros mi exalumna y compañera de artículos en este periódico Yadira Roquebert, llena de felicidad, mostraba su primer libro sobre una experiencia de vida y muerte que tuvo. Más allá el excoronel Roberto Díaz Herrera hablaba acerca de su vida militar.

Pabellones de países de todo el mundo divulgaban sus aspectos culturales. Entre las instituciones panameñas resaltaba la Biblioteca Nacional. Señalaban el modernismo que tienen al conservar electrónicamente periódicos y publicar importantes libros de antes, actividad donde participa otra de mis estudiantes de Periodismo. Ni la tormenta disminuyó la satisfacción de haber asistido a este acto. (Dice el Cholito Mesero que si el Tránsito vigilara bien, no habría tantos accidentes en la vía Centenario).