Cuando un periodista se equivoca
Cuando un periodista se equivoca, no queda otra cosa que corregir, que reconocer a voz en cuello el error, aun a costa de herir su reputación y credibilidad.
La vida es un "riesgo" inmensurable, y escribir notas periodísticas sobre política, deportes, hechos policiales, judiciales o de farándula, entre otros temas, involucra el "riesgo" de equivocarse y ser desmentido.
Los periodistas que no asumen "riesgos" corren el "riesgo" de pasar por los medios, intrascendentes, silenciosos y olvidables. La "credibilidad" no la da solo el "no" equivocarse, sino el errar el objetivo, y gritar con tu pluma, si es necesario, a cuatro columnas, FALLÉ.
Cuando un periodista se equivoca, justificarse, refleja inmadurez, renunciar a su humanidad, al carácter de hombre con defectos y virtudes. ¡Eres periodista, ser humano, no extraterrestre, nunca lo olvides!
La opinión pública no reclama periodistas infalibles, requiere de hombres creíbles, aún cuando fallan. El ser periodista involucra perder amigos y conocidos, por lo que dices, por lo que crees, por lo que haces, o por lo que piensas.
Cuando un periodista se equivoca, para uno u otro de la misma especie, desmentir", es el éxtasis, la fama, la gloria. Los aplausos, el reconocimiento público y los Premios de Prensa, son solo trofeos de oropel, que se marchitan con el tiempo, si el periodismo te roba tu humanidad y la virtud de decir "lo siento".
Hay grandeza en reconocer que te quedaste sin tinta o que la regaste, al ponerle una dosis mayor de emoción a una nota periodística. Los periodistas creíbles también tienen lágrimas, se afectan con las altas y bajas de la economía, y con la gente que padece por la falta de agua en las áreas marginales.
Ser periodista involucra tener dos corazones, uno como mortal para vivir la vida diaria, con sus dramas e injusticias y el otro para decir la verdad con su pluma, para ofrecer disculpas, cuando patinas.
Para los periodistas que se equivocan, la vida sigue y trae nuevas oportunidades de equivocarse, de recibir aplausos y de rendirle culto a la palabra mágica que abre todas las puertas: PERDÓN.
El periodismo es una profesión en la que decir la verdad te hace creíble y decir una mentira, tan solo leíble.
Cuando un periodista se equivoca, no hay otro Norte, otra alternativa, que corregir y ofrecer públicamente disculpas, a los que les provocaste lágrimas con tu pluma, en un momento de inmadurez y humanidad.
Confieso que me equivoco.