Opinión - 27/4/18 - 12:00 AM

De la ‘neuroplasticidad’ a la ‘socioplasticidad’

Por: Por Gabriela Arosemena Montenegro Twitter: @Gabby_Aro -

El cerebro es en definitiva el órgano más fascinante de todos, posee la capacidad morfológica más esencial de toda forma de vida: la adaptación, entonces, cuando hablamos de neuroplasticidad, se habla de aquella particularidad que tiene esta máquina orgánica de cambiar, transformar y adaptar su forma según lo requiera el medioambiente y, tomando en cuenta este proceso adaptativo como parte vital del ser humano a fin de sobrevivir en el planeta, me gustaría trasladar el concepto al ámbito social y hacer cuenta de que en todas y todos también reposa una “plasticidad social”.

Como seres biopsicosociales, no solamente vivimos de comida y agua, la interacción se hace de carácter ineludible en la supervivencia humana, tal como hemos evolucionado físicamente, así mismo han ido evolucionando nuestras habilidades sociales adaptando nuestra propia concepción acerca del resto de la humanidad.

A lo largo de la historia, ha existido discriminación hacia mujeres, personas con discapacidad, de distintos credos o sin credo alguno, adultos mayores, orientación sexual diversa entre muchos otros aspectos de la vida; por lo anterior se han desatado los más violentos crímenes y las más atroces masacres producto de la intolerancia, aunque se han encendido luces en el camino hacia la equidad e igualdad aún hay un largo trecho por recorrer. La batalla campal contra los estereotipos, ese mal social que son como cajones en una gaveta mental, es algo que nos compete a todos, pero que solo acabaremos al romper paradigmas y realizar una introspección que nos permita percibir el entorno y sus integrantes de manera distinta.

Al igual que el cerebro y sus conexiones neurales, las concepciones que tenemos sobre las personas también pueden cambiar, leer, estudiar e informarse siempre es bueno para ejercitar la mente y nos facilita herramientas que contribuyen a ese despertar social, al pensamiento crítico y a comprender que cada individuo pertenece solo a sí mismo, que cada uno de los seres humanos con quienes cohabitamos el planeta merece respeto, compresión y amor. Sin caer en visiones utópicas, la paz es a lo que debiéramos aspirar como sociedad. Cuestionar, aprender, trascender.


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