Opinión - 10/2/17 - 12:00 AM

Descontrol

Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

La chiquilla de dieciséis años se jactaba ante sus amiguitas que ya había tenido seis hombres en su vida. Se consideraba de “alante-alante”; experimentada en cuestiones de la vida. Hasta daba consejos… Esta lamentable situación la conocí hace casi diez años. Demuestra que el descontrol en la vida sexual de nuestros chiquillos y jóvenes no es de ahora. En escuelas y colegios se conocía de los embarazos en niñas, pero no actuaron de manera efectiva para prevenirlos. No solo en los sitios educativos se iba exponiendo el desastre sexual de una parte de nuestros chiquillos. Los médicos de centros de salud de barrios populares comentaban el aumento de las enfermedades sexuales en menores de edad. Tampoco por años el problema se puso en su justa dimensión… y como sucede con los vientres de embarazadas… ¡eso siguió hinchándose!

Ahora algunos ponen el grito en el cielo ante esa lamentable realidad, que se ha convertido en un problema de salud, relaciones amorosas, unión matrimonial, etc. Tampoco se está “tomando el toro por los cachos”, como dirían en Churuquita Grande. No pueden decir los expertos con exactitud cuándo y por qué comenzó este relajamiento sexual en pela’os que antes jugaban con muñecas y pistolas de papelillos. Es lógico que por alguna razón se acabara aquello que “mi cuerpo es mi templo”; y que hay que llegar sin experiencia sexual al matrimonio. No creo que comida con hormonas o telenovelas sexualizadas tengan mucho que ver con el asunto. Pero la situación no solo se reduce a los embarazos precoces, sino a actitudes negativas respecto a la sexualidad. Actos de violaciones ocurren más de lo que uno se imagina entre niños. Incluso hay “perfumes” y “gotas” para atontar a una muchacha y violarla. A veces lo hace más de una persona.

He escuchado a jóvenes decir sin remordimientos que emborrachan a una joven en una discoteca y la violan… y el asunto queda en nada (¡!) Es un pequeño sector de nuestra niñez y adolescencia que está en esto. Pero sus resultados son impactantes, no solo por los embarazos sino traumas mentales que afectarán a las víctimas toda la vida. No les echemos la culpa solamente a los varones. En ese desenfreno sexual algunas niñas corretean a muchachos sin experiencia, para iniciarlos en el sexo. Conozco testimonios de madres horrorizadas ante este hecho, tanto en la capital como en el interior. Añada la proliferación de las enfermedades sexuales. Algunas jóvenes sufren varias de estas, hasta sífilis y VIH y contagian a quienes se acuestan con ellas. También hay varoncitos “picados” por estos males que a veces no se curan… (¿Si no quieren condenar a los corruptos, por qué no lo dicen claramente?)