Opinión - 20/11/17 - 12:00 AM

Desierto

Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

Estaba algo nervioso, a pesar de que sabía toda la técnica de la entrevista periodística. El personaje, hasta hace poco, me era desconocido, pero busqué información sobre él, su obra y su significado en el quehacer cultural panameño. Ya tenía algo de experiencia en entrevistas a personalidades en mi inicio como periodista. Un año antes, en un viaje particular a Colombia, logré entrevistar al sacerdote Camilo Torres. Él había comenzado un movimiento que entusiasmaba principalmente a los jóvenes universitarios. El padre Torres, (con estudios en Sociología en Bélgica, causaba impacto en la sociedad conservadora de Colombia en los años sesenta del siglo pasado. Criticaba a la jerarquía eclesiástica de su patria, por no preocuparse por los pobres y aliarse a los grupos del poder económico y político.

La iglesia lo excomulgó y le prohibieron decir misa y usar sotana en público. Meses después de mi entrevista, el sacerdote se unió a la guerrilla y murió en combate. Fui el único panameño que lo entrevistó. Con esa entrevista gané el premio del Sindicato de Periodistas a la mejor entrevista. Ahora tendría frente a mí a un notable músico y compositor panameño. Nacido en Santana, a base de talento y esfuerzo, logró destacarse en universidades de Estados Unidos. Regresó a su patria donde tuvo cargos de importancia, pero… ¡ahora se iba! Un conocido me sugirió entrevistarlo porque tenía cosas que decir sobre la actividad cultural del momento. Se realizó la entrevista en una refresquería. Tenía ante mí a una persona sencilla, con un rostro que impresionaba, pues parecía tallado en piedra.

Confesó que había hecho esfuerzos por darle a su patria sus deseos de mejorarla en lo cultural, especialmente la música. Dirigiendo la principal orquesta nacional, no pudo soportar la terrible realidad. Le dolía que los músicos no tuvieran mayor respaldo oficial. A veces ellos tenían que conseguir los instrumentos. Iban a practicar luego de sus trabajos formales. Esos artistas daban lo máximo de su talento, pero el Estado no los apoyaba como se merecían. Entonces pronunció Roque Cordero una frase que fue el titular a toda página de la entrevista: ”¡Me voy de este desierto cultural!”. Fue publicada en un diario nacional. No ganó el premio de la mejor entrevista de ese año. El jurado consideró que no era suficientemente periodística. Se lo dieron a una de un líder universitario que se tomó la Universidad por semanas. ¿Ahora seguimos siendo un desierto cultural? (Pregunto: ¿por qué monseñor Rómulo Emiliani no viene a Panamá? En Azuero hay una vacante…).