Opinión - 17/7/17 - 12:00 AM

Diputados

Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

En los años cincuenta del siglo pasado, un chiste político señalaba que si un padre no podría hacer que su hijo fuera policía o barbero… ¡debía convertirlo en diputado! En la sociología del poder significa que en Panamá ese órgano del Estado estaba desprestigiado hace tiempo, (con el perdón de policías y barberos).

Entre razones de este desprestigio están las acciones politiqueras, que algunos en el poblado París de Parita llaman “matraqueos”. Esto se vio nuevamente con la elección de la junta directiva de ese órgano hace poco. Acusaciones de traiciones, “cangurismo” (saltar de un partido a otro), deslealtad y actuar por intereses mezquinos abundaron. Mientras tanto, oficialmente uno de cada cinco panameños es pobre y muchos otros viven alejados del progreso de la época.

Se supone que los diputados son elegidos para hacer leyes que beneficien al pueblo, especialmente los necesitados. “No es noticia” pensar en corrupción con eso de millonarias donaciones para comprar votos con colchones, jamones, bolsas de comida, arroz, etc. El pueblo tiene parte de culpa, porque compromete su voto por el “salve” que le resuelva unos días su pobreza. Ni pensar en los privilegios y exoneraciones de impuestos, que son bofetones al más de medio millón de compatriotas que vive “de a vaina” con un balboa al día cada momento los escándalos envuelven este organismo que debe ser la base de la Democracia.

Algunos panameños sugieren que no se permitan reelecciones de por vida para darle oportunidad a otros panameños que “no saben” cómo conseguir los votos. Una vez un abogado muy serio me comentó que “ya Panamá tiene todas las leyes que necesita para funcionar”. Sugirió cerrar por unos años la Asamblea. No se comprende cómo los diputados que luego de ganar “desaparecen” de las comunidades que les dieron el voto, vuelven a ese cargo.

¿Son masoquistas algunos y gustan de los malos diputados? Consuelo de pocos es saber que en otros países, sus asambleas también sufren desprestigio. Para no amargarnos más, cuento un chiste moderno sobre diputados. “Resulta que en el futuro se podrán hacer trasplantes de cerebro. Por eso habrá bancos de venta de cerebros. Pues bien, a alguien le ofrecieron el de un diputado a un altísimo precio. ¿La razón?“, ¡es que ese cerebro es de poco uso! (Al Cholito Mesero le gustaría ser diputado para pasarla bien).