El día que Estados Unidos rindió a Noriega con rock duro
El 20 de diciembre de 1989, el Ejército estadounidense rodeó la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede, la base del Vaticano en Panamá. La milicia no buscaba atacar a la iglesia, sino hacer salir a alguien que se encontraba recluido en el lugar: Manuel Noriega.
El Ejército no podía actuar contra este lugar al pertenecer a otro país. Además, la Iglesia católica estaba empeñada en proteger al militar. Así que ¿cómo podrían hacer salir a Noriega? A través del rock.
La estrategia fue popularmente conocida como Operation Nifty Package. Básicamente, lo que hicieron fue apuntar grandes “bafles” hacia la sede y comenzar a poner música a todo volumen. De este modo, acabaría tan harto que saldría por su propio pie.
La emisión que se mantendría sería la de la radio militar de Estados Unidos para Centroamérica: Southern Command Network. Lo que hacía normalmente era reproducir las canciones que los militares pedían. A sabiendas de lo que ocurría, las tropas comenzaron a pedir canciones muy distintas a las que se escuchaban normalmente. La mayoría eran de hard rock, muy sonoras y con mensajes claros para Noriega.
Así, sin comerlo ni beberlo, crearon la Noriega Playlist, una lista que identifica muy bien a la época y sigue sonando con la misma fuerza que antaño: Pink Floyd - the Wall; U2 - All I Want is You; Guns N'Roses - Welcome to The Jungle; Van Halen - Panama; Iron Maiden - Run to the Hills; The Rolling Stones - Rock and a Hard Place; Styx - Renegade; Whitesnake - Judgement Day.
Otras canciones como Refugee de Tom Petty And The Heartbreakers o Hair of the Dog de Nazareth también sonaron, día y noche, hasta que el 3 de enero de 1990 por fin salió de su escondrijo. Al parecer, el único día de tregua fue el 25 de diciembre, cuando cambiaron la programación por villancicos.
Pese a que no parece una tortura excesivamente dura, Noriega era un aficionado de la ópera, por lo que estaba en las antípodas de todas estas canciones. Más tarde, el presidente George H.W. Bush se pronunció en contra de esta guerra psicológica, considerándola de infantil y vergonzosa. Pero, por poco ética que pareciera, sirvió para cumplir su objetivo.