Opinión - 05/11/17 - 12:00 AM

El que no salta es sapo cumplió 28 años

Por: Por: Julio César Caicedo Mendieta Periodista -

El que no salta es sapo fue el grito de sublevación de la cruzada civilista fundada en la capital de este Istmo mágico, el 9 de julio de 1987, cuando la mayoría del pueblo panameño le perdió el miedo a la tenebrosa dictadura norieguista. Sin embargo, la serpiente corrupta de nombre mapaná, que tiene abracada al país por 21 años democráticos, parece que no va a permitir que la misma escoba de la dignidad de 1987, barra con parte o la totalidad de los encubridores gubernamentales y reine la certeza del castigo. El grito de ahora es embrionario: No a la impunidad y mi olfato indígena me trae un vaho fatídico que apuesta a que nunca se dará la lista completa de los “ políticos” involucrados en el caso Odebrecht ni se sabrá de los embarrados en los sobrecostos, que allí digo yo es donde está el espeso del chicheme. Miles de abogados y abogadas en puestos públicos creen que el pueblo es como la maltratada gallina de Stalin que fue desplumada viva, con violencia hasta quitarle el último gañote y aún sangrando y moribunda corrió como una estúpida detrás de los verdugos de la corruptela por granitos de maíz arrojados al suelo con displicencia.

El que no salta es sapo tiene su historia propia y triunfó hace 28 años por lo homogéneo de la opinión contraria a la dictadura dentro y fuera del país. El no a la impunidad aquí es débil y embrionario aún, y pueda que fracase porque tiene contrarios “encompinchados” muy poderosos con abogados más preparados que un tamal capireño para cometer argucias y picardías legales llamadas tecnicismos. Lo peor de los poderosos en la democracia de hoy es que con la plata mal habida que tienen, son capacísimos de penetrar aún más en los poderes del Estado y hasta de llenar las cárceles de periodistas y de simples lengüilargos osados que critican por internent y en cafetines y fondas como el mosquero de Santiago de Veraguas.

Lo que quiere la canalla, y en ellos me incluyo como fanático “VIP” de este circo romano, es que se cuadruplique el número de los celebrantes en la cárcel de Gamboa, porque los que están en estos momentos juran y hasta se comen los mocos dando por sentado que las carpetas por sus delitos y los de Odebrecht serán engavetadas en la misma cueva de los comejenes de barranco hasta después de la vida perdurable, amén.