Entender lo espiritual
"Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios porque para él son locura y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio, el espiritual juzga todas las cosas, pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo", 1 Corintios 2:14-16.
Muchas personas se empeñan en predicar la palabra. Memorizan cientos de versículos bíblicos y se jactan de su conocimiento de la Palabra de Dios buscando enseñorearse de las mentes débiles y de los ignorantes.
Pero cuando Dios habla de que escribirá su palabra en los brazos, esa palabra se refiere a que debe ser puesta por obra, no como la interpretación literal que hacen los judíos y escriben en pedazos de papel la palabra y la pegan en la entrada de sus casas o se las amarran en cajitas a sus brazos y en las frentes.
La palabra es para ser entendida. Aunque puede ser memorizada, siempre el uso que se da a la ordenanza la convierte para el hombre natural en más pecado o en frutos de salvación.
“Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder”, 1 Corintios 4:20. Y aunque el poder de Dios se manifiesta en lo material, al final todas las cosas serán sujetas a Dios en el Espíritu Santo de Dios porque Él ha predeterminado que Cristo sea puesto en poder sobre todo. El Espíritu sobre la carne.
“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios ni la corrupción hereda la incorrupción”, 1 Corintios 15:50.
No son los carnales quienes heredarán el Reino. Todos los que están sujetos a sus deseos de placeres terrenales y riquezas en este mundo están sujetos a la muerte por sus pecados, pues niegan al Hijo de Dios obedeciendo al mundo y no a Dios.
Por eso los santos disciernen el Espíritu en todas las cosas por encima de lo terrenal. Es el Espíritu el que nos ministra y nos guía en nuestro pasaje por este mundo que pertenece al pecado.