Fusión cultural
En unos días llegará el nuevo año, época en la que nos arraigamos a la fe con la finalidad de que los tiempos cambien, en la que deseamos que prevalezca la paz, el amor, la solidaridad y la reconciliación entre los hermanos, familiares y amigos, que por diversos motivos se han alejado.
La Natividad y la llegada de fin de año son fiestas que se llevan en el corazón, con la finalidad de lograr cambios profundos en la población, a través de propósitos y propuestas que les permitan ser mejor persona.
Si bien en esta época el ser humano se da algunos gustos, que en periodos normales se les hace difícil disfrutar, es importante no perder la brújula, y ser prudente en las acciones que se tomen. Incluso, considerar que es un tiempo de compartir con la familia y con el que menos tiene. Y en esto de compartir, deseo referirme a la fusión cultural que surge en mi Panamá, el país de las oportunidades, y que alcanza a nuestros hijos; no generalizo e incluyo a los padres, pues el adulto tiende a ser más reticente al aceptar nuevas amistades, lo que no sucede con nuestra juventud, que por lo general son más abiertos, de hecho, ese es uno de los resultados en los que influyen las redes sociales.
Con la apertura de centros globales, la población joven tiende a identificarse con culturas de diversas partes del orbe, logrando un intercambio cultural; normal en Panamá, que por naturaleza es un crisol de razas, donde convergen, por diversas situaciones, nacionales de diversos países.
En ese concurso de naciones, se le permite a la juventud conocer tradiciones extranjeras y compartir hábitos, lo que da paso a la “fusión cultural”, que a mi juicio reafirma la cultura de razas que tiene el país. De allí que no hay que viajar a Colombia para probar una bandeja paisa; ni trasladarse a Venezuela para degustar el pan de jamón o el sándwich de pernil; o el pavo relleno con moro de guandules de República Dominicana; el pico de gallo de Costa Rica o la ensalada rusa.
En estas fechas propicias para la reflexión, les invito a conocer y compartir otras costumbres, tradiciones e identidad, pero es necesario conservar las nuestras, pues son los elementos que nos distinguen, identifican y permiten hacer la diferencia.