Opinión - 30/12/17 - 12:00 AM

Guardaespaldas

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La pretensión del presidente Juan Carlos Varela de imponer a como dé lugar a Zuleyka Moore y Ana Lucrecia Tovar de Zarak, como magistradas de la Corte Suprema de Justicia, no es más que procurarse dos guardaespaldas cuando abandone el palacio de Las Garzas, en esa alta corporación de justicia.

De qué otra manera podría interpretarse la desaforada defensa que de ambas damas han hecho los ministros que han desfilado por la Comisión de Credenciales de la Asamblea de Diputados, eso sin mencionar la presencia de la vicepresidenta Isabel de Saint Malo, con igual pretensión, en un hecho inédito en la vida política del país.

Lo cierto es que ni Tovar ni Moore ejercerán el cargo con independencia, ya que es pública y notoria su simpatía con el actual gobierno, del que seguramente serán mascarones de proa para imponer la línea del Ejecutivo en la Corte Suprema de Justicia.

Frente a todos los abusos y persecución, además de actos de corrupción a los que se vincula a personeros de la actual administración, lógico es que quieran cubrir su retirada, y qué mejor manera de hacerlo que poniendo en el Órgano Judicial a gente que responda a sus intereses políticos y los proteja frente a eventuales procesos penales.

Eso lo ha comprendido la ciudadanía. De allí las múltiples voces que se han alzado para repudiar la designación de Moore y Tovar, lo que ha impedido al Ejecutivo lograr los votos necesarios para su ratificación.

Empero, hay que estar vigilantes; no vaya a ser que aprovechando las fiestas de Año Nuevo, mientras en los hogares panameños se cuece el jamón, los políticos sin escrúpulos le metan un gol a la sociedad, designando a las que serán las guardaespaldas de Varela.