‘Incapacidad moral’
El compromiso que debe asumir un gobierno serio es el de combatir la corrupción, venga de donde venga y “caiga quien caiga”, según una popular frase a la que nadie le hace caso. Si un gobierno no actúa con firmeza, frente a este flagelo, entonces sera cómplice de esa perniciosa lacra.
En ese sentido, vale la pena observar lo que se dio con el presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, cuyos vínculos con la constructora Odebrecht, primero negó, luego forzado por el peso de la evidencia tuvo que admitirlos, lo que incluso motivó una sesión del congreso peruano en el que se discutió su separación del cargo.
A Kuczynski se le sindicó de “incapacidad moral para gobernar”, o sea, los congresistas destacaron el aspecto moral de la vinculación del mandatario, sin profundizar en los aspectos propiamente normativos.
En Panamá, son harto evidentes las vinculaciones del presidente Juan Carlos Varela, y si lo vemos desde el punto meramente ético y moral, el mandatario panameño encajaría perfectamente en esa incapacidad moral de la cual se acusó a Kuczynsky en el Perú.
Pero en Panamá, más que el aspecto moral del escándalo, subyacen realidades penales tales como el uso de fondos provenientes de actuaciones corruptas para financiar al partido político actualmente en el poder y a candidatos vinculados al oficialismo.
Frente a esta realidad, es comprensible la inacción de los panameñistas, ya que pedir que se investiguen las prácticas corruptas de Odebrecht relacionadas con Varela, sería tanto como pedir a una serpiente venenosa que se muerda la lengua.