Juan Manuel Cedeño
José Morales Vásquez
Investigador de arte
Jose10w@yahoo.com
“Juan Manuel era un hombre afable, conversador sensible con un gran don de gente. Mucho disfrutaba mientras hablaba de sus vivencias en el viejo Panamá, especialmente las del Instituto Nacional donde conoció a mi papá, tíos y suegro, de sus andanzas por el parque de Santa Ana y Catedral y los relatos de sus experiencias en su provincia natal, Los Santos”… Más adelante continúa diciendo “Juan Manuel fue un hombre de principios, humilde y sencillo en su genialidad y gran amigo como pocos”.
Mariela Sagel escribió el 28 de diciembre del 2014 en La Estrella de Panamá el artículo – EL PINTOR DE LA NACIONALIDAD.
Y desarrollaba el artículo escribiendo “Este domingo 28 de diciembre se recordará, con música de arpa y guitarra, la entonación del himno santeño y la exposición de algunas obras originales –y otras reproducciones en la técnica de la serigrafía- al insigne pintor panameño Juan Manuel Cedeño, quien falleciera en 1997, unos meses antes de cumplir los 83 años de edad.
Su hijo, el doctor Roberto Cedeño ha organizado un “happening” para recordarlo, por lo que este domingo la bohemia y la cultura se darán cita en la heroica Villa de los Santos para enaltecer la vida de este singular e inolvidable panameño. Con esta celebración se cierra el ciclo de los intelectuales panameños que nacieron hace 100 años, como fueron Ricardo J. Bermúdez, Manuel Ferrer Valdez, entre otros.
Juan Manuel Cedeño dedicó su vida a la docencia y cultivó el retratismo como una forma superior de la expresión artística, pero de igual forma sus obras creativas, así como las nacionalistas y folclóricas, son referencias de la pintura panameña del siglo XX.
El maestro Cedeño dejó una estela de caballerosidad e hidalguía que no ha tenido parangón entre sus contemporáneos, y siempre tuvo a mano una anécdota chistosa, un piropo apropiado y la eterna disposición de mostrar sus destrezas en el dibujo y la pintura, pero sobre todo en la composición, tanto en sus cuadros como en sus retratos. Hoy día no existe una colección particular o institucional que se respete que no tenga un retrato de este pintor singular”. Más adelante continúa: “Herencia del maestro”. Uno de los encantos que tuvo para él su primer viaje a la ciudad de Panamá fue la de ver las pinturas murales del Teatro Nacional, elaborados por el maestro Roberto Lewis. El destino le reservaría el honor de restaurarlas entre 1972 y 1974.
A sus numerosos alumnos les recalcaba que el que domina el dibujo y la figura humana, que tenía el control de todas sus técnicas. En sus tertulias o en charlas más formales siempre repetía hasta el cansancio que el dibujo lo era todo. En su caso, la armonía de la composición, que muchas veces tenía música, también formaba parte de ese todo, porque el sonido del arpa y la guitarra, que tanto le gustaba estaban presentes en sus cuadros.
En el friso del despacho de la Presidencia de la República se muestran los rostros de algunos presidentes que fueron pintados por él y por su maestro Lewis. Cada encargo del retrato de una personalidad, o de un familiar querido, era abordado con la seriedad de un estudio pormenorizado de sus gestos, costumbres, la preparación del lienzo, la selección de las luces que destacarían la pigmentación que usaría, el gesto que trascendería un legado póstumo”.