Opinión - 14/5/14 - 01:30 AM

La moda

Si con los preceptos estéticos de la actualidad observáramos cómo eran los pies de una mujer japonesa, “embellecidos” a la vieja usanza, nos resistiremos a creer que

El Nuevo Herald El Nuevo Herald

Si con los preceptos estéticos de la actualidad observáramos cómo eran los pies de una mujer japonesa, “embellecidos” a la vieja usanza, nos resistiremos a creer que esa atroz deformación haya sido realizada a millones de mujeres durante siglos.

Sin embargo, hoy hay muchas personas que encuentran “hermosos” nuevos caprichos de la moda que los lucen orgullosamente, como pearcings, cirugías estéticas que incluyen engrosamiento de labios, levantamiento de glúteos mediante cordeles invisibles e infinidad de cosas que algún día parecerán atroces.

Tristemente, los seres humanos tenemos gran dificultad para diferenciar “lo que es” de “lo que debería ser”.

Nuestro funcionamiento mental no es perfecto. Lo valoramos porque es el único que tenemos.

La incapacidad de no reconocer con facilidad la diferencia que existe entre un “ser” y un “deber ser” nos conduce a buscar cosas inexistentes.

Los seres humanos deberíamos ser honestos, generosos, solidarios, coherentes, responsables, sinceros, disciplinados y muchas cosas más.

Algunos seres humanos tienen la tendencia de imitar, y la imitación es algo como una especie de sombra, la cual, lógicamente, no es un ser humano, es un ser imaginario, ideal, una fantasía.

Imitamos porque queremos parecernos a un o a una modelo, pero eso no nos hace diferentes, tan solo nos convierte en alguien que sigue la moda porque sí, porque los demás lo hacen. Así es la moda.


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