Opinión - 08/11/17 - 12:00 AM

La oración como un don

Por: Por: Roquel Iván Cárdenas Catequista -

La oración siempre es una respuesta al llamado del Creador. Dios no está esperando pasivamente a que le llamemos, sino, que está constantemente buscando a su criatura para entrar en comunión con ella. Pero para reconocer ese llamado es necesario ser humilde y reconocer nuestra necesidad de Dios.

Por eso la Biblia nos dice: “que el Señor resiste a los soberbios” porque una condición indispensable para entrar en comunicación con Dios, es el reconocimiento humilde de nuestra indigencia ante Dios, es decir, que todos los seres humanos somos mendigos de Dios. Esto no ocurre como un acto de humillación o de infravaloración de nuestra valía, sino como un marco referencial de nuestra realidad, recordemos que estar en la humildad, es estar en la verdad.

Por lo tanto, Dios no busca humillar al hombre, ni hacerlo sentir mal, en pocas palabras en términos modernos, no desea dañar su autoestima. Sino que respeta su libre albedrío y a pesar de recibir el llamado, el ser humano debe descubrir por sí mismo la necesidad que tiene, de comunicarse con Aquel que le ama. Algo similar ocurre con nuestra amistad, con otras personas, que se dan siempre a través del reconocimiento de una necesidad mutua de estar juntos y compartir bienes materiales y espirituales.

Pero si una persona mantiene una actitud de soberbia, que no necesita a nadie y que solo se basta a sí mismo, no podrá jamás establecer verdaderos vínculos de amistad. De la misma manera no podremos establecer una verdadera amistad con Dios si no reconocemos la necesidad que tenemos de Él, para ello, como dijimos anteriormente, es indispensable la humildad. Siempre recordemos que nuestra unión con Dios lo que busca es elevarnos a Él.