Llegó el 2018…
Dentro de pocas horas, un nuevo año se asomará en la isla Kirimati del Pacífico central, siendo el primer sitio del planeta que recibe el 2018. Mientras tanto, la ciudad de Sídney, en Australia, deslumbrará al mundo con un derroche de fuegos artificiales. En Time Square, la cuenta regresiva de la Noche Vieja ocurrirá al mismo tiempo que en Panamá, donde estaremos atentos a cualquier “madrugonazo” que nos quieran meter los ñames ratificando a las malqueridas magistradas varelistas.
El 2017 ha sido un año de contrastes, algo agridulce. Un sueño que por generaciones deportivas se esperó con ahínco se cumplió: Panamá clasifica al Mundial de Fútbol de categoría mayor, a celebrarse desde el 14 de junio del 2018. Jamás se había observado semejante fiesta en las calles, coreando el triunfo que Román Torres y sus compañeros dieron al Istmo. Una luz de alegrías, en medio de la miasma politiquera en que el otro nos quiere sumir, a año y medio de terminar su mandato.
Este año que se nos va fue pésimo en la economía. Cientos de negocios cerraron, miles de panameños quedaron desempleados, producto de un mal gobierno que no supo generar más puestos de trabajo. Para colmos, la inseguridad campeó por todos lados, hasta el punto que al gobernador chiricano le asaltaron su hogar. “Le robaron los huevos al águila”, reza el refrán. ¿Será acaso mera percepción, como diría cierto exfuncionario que se negaba a reconocer que había crecido la ola de robos y hurtos?
En lo referente a justicia, ha imperado el “lawfare”. Es decir, el oficialismo y su brazo servil MOTTIN han intensificado una campaña jurídico – mediática para desprestigiar a todos los adversarios políticos en la oposición, sobre todo a Ricardo Martinelli y al partido Cambio Democrático (CD). Ni tampoco el Partido Revolucionario Democrático (PRD) escapó a esta modalidad de persecución selectiva. El sonado caso de “El Gallero”, estremeció al colectivo que fundó Omar Torrijos. Con tal de desviar la atención a los principales problemas nacionales, valió más quemar a sus otrora socios de la supuesta “gobernabilidad”, pactada en 2014 por el diputado con nombre de esclusas.
Mossack – Fonseca, los Panamá papers y la Fundación Don James colocaron en la palestra los escándalos del varelismo. Cacareaban ser los paladines de la lucha contra la corrupción, pero quedaron en evidencia las tajaditas y demás “propinas”, producto de negocios procedentes del Cono Sur.
Que el 2018 sea de éxitos y prosperidad para todos los panameños. Será de muchas decisiones, inicio del año electoral, en el que escogeremos dentro de 17 meses a un nuevo presidente de la República. Seguro el Creador nos iluminará en el camino para elegir la mejor opción para liderar a Panamá en el próximo lustro. Larga vida y prosperidad para todos. Saludos, amigas y amigos...