Opinión - 23/9/11 - 08:58 PM

Madre Tierra

Por: Carlos Christian Sánchez -

En las afueras de la Ciudad de México, existe una montaña que por siglos fue identificada por su semejanza a una dama vestida de blanco, dormida en la cumbre. El Volcán Iztaccíhuatl, cercano al famoso Popocatepetl, estaba cubierto de nieve siempre. De repente, desde hace varios años, los moradores de la megalópolis azteca notaron que la cima ya no tenía el manto blanco. Primer efecto de la elevada contaminación ambiental que afecta los alrededores de la vasta urbe de más de 20 millones de habitantes.

Muy lejos de allí, en la costas peruanas, otro tipo de fenómeno afecta a Lima. Una densa neblina, nunca antes vista, cubre la ciudad andina. En Chorrillos, al sureste de la capital, el polvo se entremezcla con la niebla marina, imposibilitando el tráfico. Unos decían que hasta con un cuchillo se cortaba el aire.

Estos dos fenómenos, ocurridos en dos países latinoamericanos distantes, demuestran que el cambio climático ha llegado. No es un efecto colateral, es responsabilidad de la influencia humana en el planeta. Consecuencias que ahora podemos notar, pese a las advertencias de los científicos que estudiaban el comportamiento del medio ambiente.

Los pueblos originarios definen en sus tradiciones ancestrales el respeto y amor hacia la Madre Tierra, es decir, el entorno. Las cosechas dependían de los fenómenos naturales. La llegada de las temporadas lluviosa y seca modificaba el comportamiento de los primeros habitantes de nuestro continente. Empero, ahora el desenfreno industrial, la sed de adquirir beneficios económicos a costa de destruir bosques naturales y extraer recursos sin controles adecuados, amenazan con acabar la flora y fauna de nuestra América.

Panamá no escapa a esa cruel realidad. En Darién, la tala no autorizada de bosques tropicales es un crimen contra la humanidad. Sin un proceso adecuado de renovación forestal, la gran selva fronteriza entre nuestro país y Colombia puede desaparecer.

Fundamentales que debemos inculcar, todos los días, en nuestros hogares, en los colegios y hasta en nuestro trabajo.

Como siempre, algunos dirán que eso no les compete. Estas actitudes debemos cambiarlas y enfocarnos en ser responsables con nuestra Madre Tierra.

Hagamos el ejercicio de ser personas dedicadas a ser ejemplo para proteger el medio ambiente. No tires basura en la calle, enseña a tus hijos el valor de la vida y la defensa de la ecología. Habla con tus compañeros de trabajo sobre formas que motiven el consumo responsable de energía.

Seamos inteligentes, ama a la Madre Tierra y protege el planeta. Larga vida y prosperidad para todos. Saludos, amigos.