Mario Calvit, en la pintura panameña

Por: José Morales Vásquez Investigador de Arte -

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Tragaluz del 22 de octubre de 2000, publicó un artículo de Rainer Tuñón y Marilina Vergara, titulado "AMOR HACIA LA NATURALEZA Y AL SER INTERIOR"

"Hace mucho tiempo, decidí caminar junto al hombre. Este ser maravilloso me permitió descifrar algo de sus más íntimos sentimientos y pasiones, sobre todo, el amor. En este andar, también aprendí a ver sus múltiples alternativas estéticas corporales. Pude así comprender su naturaleza orgánica como obra maestra de la evolución…" Mario Calvit.

En la noche de la inauguración de la retrospectiva de Don Mario Calvit hubo tanta calidez y sorpresas que le hicieron recordar las cosas por las cuales vale la pena sentirse vivo y produciendo con un estilo cambiante, pero apegado a lo natural.

El hecho de respetar y expresar el amor hacia la naturaleza y el interior del ser humano, por sobre todas las cosas, es uno de los méritos que mejor se destacan en el trabajo de este pintor y escultor panameño que dedica su trabajo de cincuenta años a la esencia misma del panameño. Así, el crítico de arte Pedro Prados y su esposa, la señora Silvia de Calvit, seleccionaron las obras y las colocaron cronológicamente con el propósito de que el observador recorra cada ambiente plasmado en lienzo por el maestro.

Durante una conversación con la periodista Marilina Vergara, Calvit reconoció que vivir en Antón, a los doce años, cuando este pueblo, según los recuerdos del pintor, estaba habitado por campesinos sencillos y amables, determinó la presencia constante de la figura humana en su obra.

Desde niño sintió una atracción hacia la música y la naturaleza, atracción que transmitió a sus hijos Mario, Ginella y Manuel (quien presentó un video durante la inauguración de la retrospectiva de obras de su padre), aportando en el desarrollo de sus personalidades.

Don Mario piensa que en el recorrido por sus 50 años como artista, se puede hacer una lectura general de lo que ha sido su trayectoria y el mensaje visual que ha intentado comunicar.

"Mis figuras - y las esculturas también - por el tratamiento que les doy en su presencia estética, por su presencia de forma y por los ambientes existenciales de mis personajes, con cierta frecuencia no son muy comprendidos, porque son actitudes poco usuales en la figura humana", comentó durante la conversación con Marilina.

Escultura, pintura y realidades de la forma humana

Marilina: Don Mario: ¿Con cuál se queda? ¿Con la pintura o la escultura?

Mario Calvit: Con ambas.

A pesar de haber dedicado su obra fundamentalmente a la pintura, el hecho de haber recibido clases en 1980 en el Senaforp, le permitió conocerse más como escultor.

La señora Silvia de Calvit explicó que durante esos años, se le podía ver trabajando metales con fragor, utilizando sus herramientas.

"Jugó con los metales, iba creando con ese amor que también le tenía al lienzo". Si la pintura le hizo estudiar y sacar del fondo la existencia, la esencia del hombre, parte de sus sentimientos, de su filosofía, de su conciencia y también parte de su angustia existencial, con la escultura se complementó su obra fecunda.

En su momento, el escritor Justo Arroyo expresó que "si existe una figura del arte panameño cuya presencia cubre un vasto territorio de actividad multifacética, esa es Mario Calvit". Esa actividad multifacética, mencionada por Justo, fue recalcada en un reconocimiento de críticos de arte quienes alaban el trabajo de Calvit, reconociendo que él es uno de los escultores figurativos más abstractos, cuyas obras son construcciones de piezas planas que arman composiciones libres, abiertas y dinámicas, tal y como lo plantea además Germán Rubiano en un ensayo sobre la escultura en América Latina. Calvit, que tiene obras trabajadas en hierro, bronce y acero, indicó que entre la escultura y la pintura existe un vínculo maravilloso que se acopla en su parte creativa. Ese vínculo es la música.

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