Opinión - 24/1/16 - 12:00 AM

Mujer atormentada por el miedo

Por: Rómulo Emiliani Monseñor -

Monseñor, desde niña he vivido sumida en miedos que me han atormentado. Primero, los relatos de mi abuela contando historias de su pueblo, donde había fantasmas, muertos que aparecían, cementerios donde se escuchaban ruidos, asesinatos crueles. Ella lo hacía para entretenernos y era una forma en que lograba ser el centro de la atención. Luego, a los catorce años, una tía metida en supersticiones nos hablaba de brujos que hacían trabajos para vengarse de alguien, conseguir dinero y también hechizos de protección. El uso de piedras sagradas, baños con hierbas y toda clase de amuletos que cuidaban a las personas era el tema continuo de mi tía. Yo me creía todas esas cosas y hoy a mis 30 años, en el fondo sigo creyendo en eso. Entonces, puedo decirle que muchas cosas me asustan, me dan miedo. Tengo miedo de los muertos, de las maldiciones, de los embrujos. He logrado ser maestra, pero tengo miedo de los niños, de los papás cuando se quejan enojados. No me atrevo en la reunión de maestros a exponer mis ideas, aún sabiendo que se cometen injusticias. Tuve dos novios y al final no me he casado por miedo a fracasar en el matrimonio. Creo que mi mente fabrica miedos de cualquier cosa. Voy a misa porque soy creyente, pero no encuentro en la religión un refugio que me proteja. Es más, confieso haber asistido varias veces donde señores que adivinan el futuro leyendo las manos, ceniza de cigarrillos, las cartas. Y a veces atinan, otras veces no. Pero por un tiempo me tranquilizan, porque me aseguran que no me pasará nada. Pero realmente no puedo seguir así.

Mire, los miedos son un tormento espantoso como ya ha experimentado. Paralizan las mejores intenciones, neutralizan sueños e ideales, lo hacen a uno recluirse en los rincones oscuros de la automarginación permanente. Uno se excluye del dinamismo de superación personal necesario para ser feliz, convirtiéndose en un peso muerto en ese movimiento ascendente de la creación de Dios. Los miedos amarran como pesadas cadenas dejando a la persona inmovilizada.

Sus miedos tienen un origen claro en su infancia, aturdida usted por la cantidad de basura mental que por ignorancia le inculcó la abuela y acrecentó su tía. En esa tierna edad, la mente está muy fresca, como tierra abonada y asimila todo lo que los adultos cercanos siembran. Los cuentos enriquecidos con imágenes grotescas de muertos que aparecen, asesinatos realizados, fantasmas que asustan, quedaron en usted grabados. El subconsciente tiene un gran poder. Allí quedan de por vida almacenados recuerdos de mensajes dados por personas que para uno son autoridad. Todo eso la condiciona a usted. En su caso es como participar en un cine de terror donde las imágenes aparecen y desaparecen creando sobresaltos mentales y emocionales.

Cuando usted emprende algo significativo en su vida, de una manera u otra vienen esas imágenes disfrazadas de mensajes paralizadores diciéndole que todo saldrá mal, que algo muy trágico va a pasar, que usted no será protegida de la desgracia que vendrá. Se le inculcó de niña que esas "fuerzas negativas" andan sueltas, que nadie las puede controlar, que tienen autonomía de vida. Y claro, aparece la oferta absurda, otro engaño más, que solamente hay una fuerza que puede controlar aquello: la acción de brujos y hechiceros, que con sus poderes envueltos en ritos y amuletos la protegerá a usted. ¡Cuánta gente cae en esas trampas! Y cómo pierden dinero.

Le pido, le suplico que comprenda, que entienda, que esas creencias supersticiosas son falsas. Los que fallecieron están en otra dimensión, la del más allá y no pueden volver, ni tampoco quieren. En la eternidad, ya se está en el cielo con Dios, o tristemente, condenados para siempre. Nadie volverá. De hecho no hay muertos, están vivos eternamente. Creemos que existe el purgatorio, donde uno se purificará de todo lo negativo cometido, pero los que allí están, ya están salvados.

El poder de sugestión de la mente es muy grande y estos señores adivinos saben cómo manipularla. Le hacen creer que ellos pueden solucionar sus problemas de miedos, dando falsas protecciones, asegurando que con amuletos y ritos raros estará segura, que nada malo le pasará. Y usted se lo cree. Y eso le dura un tiempo. Pero debe volver para buscar más protección. Tiene que pagar por el servicio. No crea nada de eso. Crea en el poder infinito de Dios, quien creó todo el universo y al ser humano, y que mantiene todo vivo y en torno a Cristo. Él la tiene en su corazón divino, la ama, la protege y con El usted es invencible.