Opinión - 19/12/12 - 08:07 PM

Navidad

Con la llegada de la Navidad, los cristianos nos preparamos, no solo para celebrar el advenimiento del Hijo de Dios, sino también la buena nueva de una

Por: Alfonso Zamora -

Por: Alfonso Zamora /

Con la llegada de la Navidad, los cristianos nos preparamos, no solo para celebrar el advenimiento del Hijo de Dios, sino también la buena nueva de una vida en concordancia con los más elevados valores humanos, así como también para reforzar la fe y la esperanza.

Es el momento para reflexionar sobre nuestros proyectos personales y familiares, siempre sobre la base de una transformación interior. Es tiempo para dedicarlo a la reflexión sobre nuestra vida espiritual y la relación que llevamos con Dios y el prójimo.

Una de las principales deficiencias de nuestra cultura occidental es la poca importancia que dedican los medios de comunicación a estas fechas, más entregados a la promoción del consumo y del mercantilismo que a la renovación de los sagrados principios de la compasión y la caridad cristianas.

Si bien es cierto, en este sistema los niños y niñas encuentran un poco de alegría al recibir regalos; no obstante, no se habla sobre la dimensión universal de la fecha y la necesidad de llevar una vida de compromiso con la fe.

Tal vez este exceso de materialismo sea provocado por el alejamiento de las líneas editoriales de los principales conceptos religiosos, algo muy distinto al mundo del islam donde todo gira en torno a la devoción espiritual.

Sin embargo, nos corresponde vivir en esta realidad y para atenuar un poco la frialdad del consumismo a ultranza debemos saber compartir aquello que tenemos y no lo que nos sobra. Todos los años las iglesias realizan acciones de este tipo y llevan, a través de regalos y alimentos, un poco de regocijo a los sectores de extrema pobreza, algo que podemos imitar entregando parte de lo que poseemos.

En Panamá como en el resto del mundo, estamos viviendo una época de mucha violencia, como consecuencia de la proliferación de ideas ajenas a nuestra identidad y cultura. Nos alejamos de la palabra de Dios al seguir una vida falsa en busca de dinero fácil, olvidando los valores morales.

Con todo y, a diferencia de otros países, Panamá ha alcanzado un crecimiento económico considerado de los más altos del mundo lo que nos permite tener capacidad de practicar actos de caridad y amor por el prójimo, entregando algo de lo que poseemos.