Picor social
Un claro síntoma de descomposición social lo tenemos en las agresiones e irrespetos de que cada día son víctimas los agentes de la autoridad y los servidores públicos operativos, tales como rescatistas y paramédicos, en el cumplimiento de sus funciones.
Al margen de la crítica, muchas veces justificada, del deficiente accionar gubernamental, la sociedad debe entender que la agresión a los funcionarios, que solo tratan de hacer su trabajo es totalmente injustificable.
Nos estamos deslizando por la peligrosa pendiente de la rebeldía social, la que puede conducir al caos y la anarquía.
Los antecedentes de este picor social, los tenemos en vísperas de las elecciones de 1968, cuando miembros de la Guardia Nacional eran agredidos por grupos civiles armados.
Lo cierto es que la ciudadanía debe guardar el debido respeto al agente de la autoridad o cualquier otro funcionario, sin que ello implique sumisión y vasallaje.
Es cierto que muchas veces los ciudadanos son víctimas de maltratos verbales y hasta físicos de parte de estos elementos, pero el derecho provee mecanismos jurídicos que van desde la queja administrativa hasta la denuncia por abuso de autoridad y extralimitación de funciones.
Algunos dirán que estos mecanismos no funcionan, eso no es cierto, aquí se han condenado a policías a cárcel y la institución a pagar cuantiosas sumas de indemnización.
Como sociedad civilizada que nos jactamos de ser, debemos expresar racionalmente nuestro descontento ante el mal funcionamiento de los servicios públicos, no es mediante la violencia infecunda que a la postre trae más violencia.
Si tenemos picor social contra las autoridades, lo mejor para esa rasquiña es la denuncia pública, todo ello dentro del marco de la ley y la civilidad.