Prácticas malsanas
Las inundaciones en distintos puntos de la ciudad capital y las afueras, producto de las torrenciales lluvias, dejan su saldo en pérdidas materiales y de vidas humanas, sin que haya una autoridad capaz de actuar con previsión para minimizar los daños que causa la madre naturaleza.
Pérdidas de personas víctimas de cabezas de agua, de enseres, enfermedades infecciosas y alcantarillas tapadas que crean verdaderos lagos artificiales en las calles son algunas de las consecuencias de estos fenómenos atmosféricos.
Empero, en los daños que se producen, hay una cuota de responsabilidad que tiene la propia ciudadanía, que de manera indolente arroja toda clase de basuras y artefactos a las alcantarillas y los ríos, con lo que obstruyen su cauce.
La malsana práctica tiene muchos años de darse y los que la ejecutan no saben que ellos son los perjudicados, ya que cuando se desatan estas torrenciales lluvias, las obstrucciones provocan las inundaciones.
Por otra parte, sucesivos gobiernos no han podido ponerle “el cascabel al gato”, como dice el refrán, ya que son tibios en sus sanciones a los irresponsables, no dragan los ríos y no le dan mantenimiento al alcantarillado.
Que no vengan con el cuento de que lo están haciendo porque no es cierto, de otro modo, las consecuencias de los aguaceros no serían tan terribles en áreas cercanas a los ríos; las inundaciones de este fin de semana nos demuestran que urge un plan de contingencia que resuelva lo que ya sabemos que está mal.
Además, hay que hacer una campaña cívica de concienciación a los ciudadanos para que no arrojen basura que tape las alcantarillas y multar ejemplarmente a quienes insistan en estas prácticas malsanas.