Respeto a la Madre Tierra
En todas las culturas de la antigüedad se tenía una reverencia y respeto por la tierra y la naturaleza, a tal punto que adquiría un carácter sagrado. Conocemos el término Madre Tierra y era precisamente de esta manera como nos relacionábamos con nuestro medio ambiente: con el mismo sentimiento que uno tiene al tratar con su propia madre; una forma de agradecimiento, amor y respeto por habernos dado todo, desde la vida hasta el alimento diario.
Con la llegada de la modernidad y la industrialización, el mundo occidental perdió esa relación con la naturaleza, nos volvimos explotadores y consumidores masivos de todo lo que nos rodea. Lo que en algún tiempo fue tierra sagrada, se convirtió en meramente proveedora de recursos y materia prima para ser utilizada a nuestro antojo.
Nuestra generación vive la posmodernidad, en la que contamos con niveles de conciencia más elevados debido a la tecnología, la información y lo que hemos podido aprender de la historia. Sin embargo, nuestra dinámica con Madre Tierra empeora en vez de alcanzar nuevos niveles de madurez.
Los jóvenes profesionales debemos recordar las enseñanzas de los pueblos nativos y retomar las actitudes del pasado. No podremos comer dinero, oro o diamantes. Nuestros hijos no podrán bañarse en ríos contaminados por los desechos de nuestras maquinarias de producción.
Pongamos atención a los consejos de aquellos que estudian los problemas del ambiente y contribuyamos con el perfeccionamiento de nuestra evolución hacia una humanidad con más empatía. Recordemos que el abuso desmesurado de lo que nos rodea se refleja no solo en la Naturaleza, sino en nuestras relaciones entre nosotros mismos. Tratar bien al ambiente es tratarnos bien a nosotros mismos. Amar a la Tierra es amarnos a nosotros y a la vida misma.