Opinión - 19/8/16 - 12:00 AM

Sanación del pecado

Por: Carlos Singares e Itzel de Singares Siervos del Señor -

”Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”, 1 Pedro 2:24.

Las falsas doctrinas y el torcer la palabra de Dios son parte de las características de los falsos profetas y autoproclamados apóstoles y obispos de la maldad y quienes los siguen como perritos fieles al infierno.

Muchas veces hemos escuchado de sus bocas sucias de pecados escandalosos (adoración al dinero), mal usar 1 de Pedro para ilusionar a los tontos pecadores con falsas sanaciones.

Este mensaje bíblico se refiere a los pecadores como enfermos, están muertos en sus delitos y pecados, y las llagas de Cristo sanan a los pecadores arrepentidos que se apartan de su forma mundana de vivir y entregan sus vidas a Cristo.

El versículo en sí es muy explícito; pero constantemente escuchamos a los falsos decir que Cristo sanó nuestras enfermedades como si Pedro aquí hablara de salud. ”Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores”, Marcos 2:17.

Aquí los falsos inmediatamente se califican como “justos”, pero resulta ser que la misma palabra señala que nadie es justo. ”Como está escrito: No hay justo, ni aun uno”, Romanos 3:10. O sea, todos estamos enfermos de pecados hasta que al arrepentirnos y ser santificados entramos a formar parte del cuerpo de Cristo que es la verdadera iglesia de Dios, porque somos templos vivos del Dios viviente, y eso nada tiene que ver con un techo y 4 paredes.

La gente se niega a creer que en nosotros habita Dios, Cristo y su Espíritu Santo. ”El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; pero vosotros le conocéis porque mora con vosotros, y estará en vosotros”, Juan 14:16-17. ”El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a Él, y haremos morada con Él”, Juan 14:23. Arrepiéntanse, guardemos la Palabra y sométanse a obediencia. Amén.