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Hace más de 200 años en Francia el pueblo vivía mal, mientras que los poderosos la pasaban requetebién. El reinado se excusaba que su poder venía de Dios y por eso eran dueños de “vidas y haciendas”. La mala distribución de la riqueza era enorme. Esto produjo disgustos que llegaron a convertirse en protestas violentas. Al final el pueblo se tomó la cárcel La Bastilla, símbolo de la opresión. Luego ocuparon los palacios del Rey y sus favoritos, varios de los cuales perdieron la vida al ser ejecutados. La lucha popular se basó en los derechos humanos de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”.
De ese hecho, surgió un movimiento mundial para conseguir que los pueblos oprimidos y maltratados lograran cambiar esa situación. Es lamentable que lo que causó la Revolución Francesa se dé algo parecido en muchos países del mundo. Vemos que la libertad no existe en varias naciones. En algunas con la excusa de la “ideología” de sus gobernantes, especialmente comunistas. Se habla que son los mejores gobiernos. Realmente una minoría se beneficia de lo mejor, mientras la mayoría no puede ni hablar. Y sufre persecuciones. Una característica básica de las dictaduras, ya sean comunistas o no, es la pérdida de la libertad de expresión.
Duele que se den obstáculos para que las personas expresen su manera de pensar ahora en gobiernos que dicen ser democráticos. Si hablamos de Igualdad, parece que es un sueño poco realizado en todo el mundo. Hay sociólogos que sostienen que es difícil de lograr; incluso en sistemas capitalistas, en los que la economía es abierta y las personas tienen oportunidad de enriquecerse honestamente. Aunque haya educación al alcance de los pobres como ocurre en varios países, incluso Panamá, se dan las diferencias entre los estudiados y los otros.
Por más que se sostenga que hay sociedades donde todos son iguales; si se observa bien, se verá que no es así. Esas diferencias terminan en discriminaciones de cualquier tipo. Ni hablar de la fraternidad. A lo mejor hace años cuando la vida era más sencilla, existía fraternidad. En el caso panameño, la vida actual estresante y complicada atenta contra las buenas relaciones entre vecinos, conocidos y cualquier persona. ¿Tendrán algunos pueblos que tomarse sus “Bastillas”? (Dice el Cholito Mesero que si los panameños honestos pudieran tener armas, habría menos asaltos y robos).