Opinión - 28/7/17 - 12:00 AM

Superhéroe humano

Por: Luis Alberto Chamorro Bernal luisalbertochamorro@gmail.com -

No recuerdo haberme resfriado y casi nunca he estado enfermo. Mis hijas y esposa sufren dos y hasta tres resfriados comunes al año, pero… ¿por qué yo no? Una vez me hice esta pregunta. ¿Seré un personaje de los cómics que tiene cierto poder y aún no me han dicho?

A manera de broma, he lidiado con mi enfermedad desde que el hematólogo me dijo un día cuál era mi superpoder. Se llama Policitemia Vera, una rara enfermedad de la médula ósea que lleva a un aumento anormal de la cantidad de células sanguíneas, principalmente los glóbulos rojos, plaquetas y glóbulos blancos.

Desde que el médico me detectó mi superpoder (enfermedad) en el año 2011, presentaba fuertes dolores en los dedos de los pies y las manos. Adivinen cuál era la causa. Mi hemoglobina rondaba los 24.5 y las plaquetas eran incontables. Eran millones y millones. Mi sangre era tan espesa que no circulaba bien por los capilares de mis extremidades. A partir de allí, me recetaron aspirinas para diluirla y extracciones de sangre que no sé cuántas pintas me han sacado para mantener niveles bajos de hemoglobina (16). Poco después, me recetaron Hidroxiurea.

Este medicamento es usado, además de la Policitemia Vera, para combatir la anemia de células falciformes, leucemia mielógena crónica y cáncer cervical. Por la misericordia de Dios y este medicamento es que estoy vivo. Si dejo de tomarlo, corro el riesgo de sufrir coágulos de sangre anormales, que pueden provocar un accidente cerebrovascular o ataque cardiaco.

La tragedia de esta historia es que, así como los superhéroes necesitan sus capas o sus trajes, yo necesito la hidroxiurea, de lo contrario, mi magia se apagaría si dejo de tomar este medicamento, cuyo precio ronda los cinco (5.00) dólares cada pastilla. El médico me ha recetado dos y a veces hasta tres cápsulas por día, más la aspirina. Saque su calculadora. Lo peor no es el precio. Es que la Caja del Seguro Social (CSS) no la tiene y casi que en las farmacias privadas tampoco. ¿Qué hago? No puedo dejarme vencer por los malvados de esta trama. Tengo que sacar mis fuerzas para sonreírle a mis hijas Khadine y a Kristin y a mi esposa Yoira. Claro, yo soy su superhéroe y debo estar allí para salvarlas.

Así como he relatado mi enfermedad, la cual se oculta debajo de mi piel de manera tan hábil, que no da muestras de que la padezco, miles de personas que forman parte de las estadísticas de las 6,000 enfermedades raras en el planeta, sacan a flote los superpoderes. Mujeres, hombres y niños están luchando como yo para seguir adelante con sus vidas con la ayuda de Dios y de sus familiares.

No hemos dejado de orar por sanidad, no solo por mí, sino por esas personas que padecen de alguna enfermedad. No quiero que la serie de mi vida, que se transmite en las pantallas de los ojos de mis familiares, al mejor estilo de Netflix, deje de transmitirse un solo capítulo, pues, para mis hijas, seguiré siendo un superhéroe y, para los que me conocen, un humano con poderes especiales.