Tesoro escondido
El Reino de los Cielos es similar a un tesoro escondido que un hombre descubre en un terreno, va y vende todo lo que tiene para adquirir el terreno. Jesús presenta el Evangelio como algo por lo que vale la pena sacrificarlo todo.
Ante esta perspectiva, hoy día nosotros nos encontramos frente a un muro que llamamos comodidad. Porque el verdadero sacrificio que le agrada al Señor no es aquel que se sacrifica por el mero hecho de maltratar su cuerpo, o las privaciones que nos damos a nosotros mismos, sino aquellas que se dan en función del bien, dicho de otro modo, se trata de esforzarnos y sacrificarnos por el bien de los demás, por amor a Jesús, ese es el sacrificio agradable a Dios.
Porque hoy día muchos se dejan engañar pensando que agradar a Dios es un asunto monetario. Que entre más diezmo, ofrendas o primicias doy, más agrado a Dios. Pero el verdadero camino espiritual se reconoce en los acontecimientos de la vida diaria, el medio ordinario de vivir bajo la voluntad de Dios. Por ejemplo, habrá momentos en los que el Señor nos otorgará la oportunidad de ayudar a personas que no podrán darnos nada a cambio, eso sí que es un sacrificio agradable a Dios.
Habrá otros en los que tendremos que sacrificarnos por los que amamos y ver en ello una oportunidad de servir al mismo Cristo. En otras ocasiones que nos toque la enfermedad, también al aceptarla con la misma humildad, amor y gratitud al Creador como una forma de obediencia y sumisión a su voluntad.
Vivir los acontecimientos de la vida, reconociendo a la luz de la oración que Dios todo lo previene para nuestro bien.