Opinión - 15/7/17 - 12:00 AM

Tolerancia

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Las manifestaciones públicas por motivos políticos, sociales e ideológicos son una sana expresión de la vida democrática de un país, pero no deben convertirse en instrumento de intolerancia ni de descalificación de grupos, ya sean mayoritarios o minoritarios, que no comulguen con los manifestantes.

Un tema que está en el tapete, incluso a nivel de la Corte Suprema de Justicia, es la legalización de las uniones civiles de personas del mismo sexo, bajo el concepto de matrimonio, un tema que es sin duda controversial.

Hay grupos que promueven tales uniones y otros grupos se oponen, los que parecen ser la mayoría y que invocan como argumentos a sus negativas, principios religiosos e inclusos jurídicos, que no se pueden negar que existen.

Para entronizar el matrimonio igualitario es indudable que hay que reformar la Constitución Nacional y cambiar el articulado del Código de la Familia, que define el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer.

La tocará a los grupos de interés de una u otra iniciativa, desplegar sus argumentos para convencer al resto de la sociedad de lo correcto de su planteamiento.

Lo que no se puede es fomentar el irrespeto, la descalificación, la burla y menosprecio hacia uno u otro sector, ya que tales posturas favorecen la intolerancia y éste es el primer paso hacia la agresión física.

Los homosexuales son seres humanos con derecho a expresarse, los defensores de la familia también. La verdad sea dicha: la sociedad panameña, mayoritariamente no quiere el matrimonio igualitario, tal como se vio en la reciente manifestación de la Alianza por la Defensa de la Familia.

Seamos tolerantes con las posturas contrarias, aunque no estamos de acuerdo con ellas, ya que eso refuerza nuestro propio argumento.