Opinión - 12/8/17 - 12:00 AM

Tragedia en las profundidades

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El 12 de agosto del año 2000, el submarino ruso K-141 Kursk que navega por el gélido mar de Barents, se convierte en una trampa mortal para toda su tripulación al producirse dos explosiones en su interior, que en los primeros minutos de la catástrofe se cobra la vida de la mayor parte de los 118 miembros de la dotación. Pese a los desesperados intentos de rescate que harán equipos británicos y noruegos, todos los marineros y oficiales a bordo del Kursk morirán a lo largo de seis días.