¡Un rudo con cara de niño!
La noticia me impactó muy temprano. Y me afectó por muchas razones. "Fallece una de las leyendas de la lucha libre panameña: JOE PANTHER", cuyo nombre real era José Corro.
Recuerdo cuando a inicios de los 70 se estrenaba un nuevo luchador guiado de la mano del famoso Celso Sotelo, de España.
Se trataba de un verdadero rudo de unas 300 libras de peso y con cara de niño.
En esos tiempos yo escribía una columna llamada "Llaves y Costalazos" y en ella le hice varias críticas.
Un día me encontré con Sotelo y medio en broma y medio en serio me dice: "Oiga, porque ataca tanto a su primo?" Esto me sorprendió porque desconocía que tuviera un pariente que fuera luchador.
Ante mi sorpresa Sotelo me añadió: "Si, te hablo de Joe Panther".
Así fue como me enteré que de alguna forma había un parentesco con Panther.
A partir de entonces se inició una amistad entre ambos.
A los pocos años Sotelo decide irse para España y con él se llevó al entonces pupilo.
Y hacia Europa se fue Panther, logrando gran éxito por su rudeza.
Al cabo de varios años retornó al suelo que lo vio nacer. Vino cambiado. Ya no era el gordo con cara de niño. Había perdido unas cien libras de peso y la experiencia que le aportó el espectáculo europeo.
Se convirtió en la figura con etiqueta de estelarista internacional. Podemos decir que los mejores rudos de ese entonces eran él, Chamaco Castro y El Enterrador (luchador que igual dejó un gran prestigio en Europa).
Panther trabajó en la Lotería y en el IDAAN.
Debo acotar que regresó de Europa casado con una española con la que tuvo una hija preciosa. Desafortunadamente su pareja no se adaptó a nuestro país, se divorciaron y ella retornó a España.
En Panamá con el tiempo se enamoró y se casó nuevamente.
Durante el este mes nos comunicamos nuevamente y tuvimos oportunidad de hablar, como dos viejos, de nuestros problemas de salud.
El pasado domingo hablamos, bromeamos, sin pensar que esa sería la última vez.
Un infarto lo sorprendió. Sin duda alguna un gran hombre. Una gloria de la lucha libre.
Hasta luego primo. Nos quedó una conversación pendiente. Fuistes en verdad una gloria para el país, que de seguro siempre te recordará.