Carlos Arboleda, pintor y escultor

Por: -

José Morales Vásquez

Investigador de Arte

jose10w@yahoo.
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Hoy cumplimos 400 publicaciones dominicales y, con ellas, la penúltima publicación sobre el maestro Arboleda, pero del maestro podemos publicar muchísimas cosas más, tantas como la producción artística de él; sin embargo, esperamos que estas publicaciones contribuyan a que a este maestro de las artes panameñas se le reconozca en vida su gran talento, le compren sus obras y le cuiden sus hijas (esculturas) a lo largo y ancho del país.

José Morales.

Alfonso Martínez Berganza escribió sobre nuestro pintor y escultor - Lo precolombino en Arboleda

La tierra, esa masa de polvo y agua de la que Dios es el primer escultor al crear al hombre, se convierte en la esencia de un arte, que por esta razón es divino.

Carlos Arboleda ama la tierra, y la tierra es en sus manos caricia que arrebata, sufre, ama y gime para convertirse en pura llama, hecha fuego, en los ojos profundos de sus cabezas de indios. Rostros dulces, también, que entrañan el mito precolombino que son la savia virgen de un pueblo, de un continente.

Y cuando esos indios se "acuclillan" en la postura mágica del reposo ancestral, la escultura de Arboleda adquiere el sello preciso de lo arcaico en un pueblo antiguo y tenaz. Y esto es lo que más me ha emocionado en la exposición de Carlos Arboleda en el Instituto de Cultura Hispánica en Madrid.

En definitiva, lo que más me ha atraído y me ha conducido hasta el artista. Si la expresión artística es suficiente para ahondar en la biografía espiritual del hombre creador, el conocimiento de su mente, de su pensamiento, es necesario para descifrar el alcance ulterior de aquella, conjugando la humanidad y el sentimiento.

Arboleda lleva muy arraigado en su espíritu lo precolombino. Lo lleva en la sangre, y lo que es más importante, en las manos. Empezó como un juego de niños, allá en Chilibre, ya hace muchos años, cuando modelaba —las manos torpes aún por la escasa edad—, el barro caliente de la tierra panameña. Y ese barro es el que hace germinar una vocación irresistible que, a pesar de sus años de Florencia, condensados en "Serenidad", vuelve al cauce inicial de lo primitivo.

El hombre y el artista se confunden. Son una misma cosa que universaliza en folclore dramático, cual es el del indio, en el sentido intrínseco de la expresión, porque hay un fondo genérico que tiende a la verdad de una vida anterior en un mundo nuevo. Quizá sea esta la nota más importante de la escultura de Carlos Arboleda. Dato que se extiende a sus grabados. El indio por todo y sobre todo.

Me decía Carlos Arboleda que modelaría con toda clase de materiales. Y añadía: "con agua, con vino...". Ahí reside el verdadero espíritu de su arte. Arboleda modelaría el aire si se pudiera apresar y entonces veríamos surgir de la nada sus indios profundos y sus catedrales de arquitectura viva, áspera, precolombina.

Alfonso Martínez Berganza, primer Premio Hemingway de artículos periodísticos españoles, Madrid 7 de agosto 1961.

Del catálogo Carlos Arboleda Pintor y escultor, transcribimos las siguientes opiniones de la crítica internacional.

SEBASTIAN GACSH

Carlos Arboleda es, diríamos, un artista racial. Cuando su talento da más de sí es en los asuntos indios, como con sus figuras simbólicas y tipos de razas indígenas.

Esta mejor condición del arte de Arboleda en tales temas la creemos debida no tan solo a la compenetración que pueda existir entre él y el asunto que interpreta, la cual es evidente en el dramatismo apasionado que exhalan sus gestos y aptitudes, pero también al mayor sentido plástico con que los desarrolla.

Esto se traduce en la rotundidad de la masa, en el trato de la misma por amplios planos y enérgicas acentuaciones que deparan a sus figuras un indeclinable carácter de conclusión.

En la sinceridad y en las grandes dotes escultóricas que posee Arboleda, se condensan los más altos valores del arte moderno.

Continúa.

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