Embajador de USA: ‘Biden coronó a una extorsionadora, Annette Planells’
Hace dos diciembres, Annette Planells celebraba su premio como flamante campeona anticorrupción, entregado de manos del entonces secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken. Hoy, en 2025, la máscara de Planells se ha caído y el gobierno estadounidense no quiere nexos con "una extorsionadora".
Este es el calificativo que sin miedo ha utilizado el embajador de Estados Unidos en Panamá, Kavin Marino Cabrera, para referirse a Planells. Y de paso advirtió que su gobierno trabajará para quitarle ese inmerecido galardón, convertido hoy en deshonra.
"El honor mal concedido se convierte en deshonra: el Departamento de Estado de Biden coronó a una extorsionadora, Annette Planells, como su 'Campeona anticorrupción'. Ahora quedó al descubierto por chantaje e interferencia electoral", señaló Cabrera.
Para el diplomático, el premio que recibió Planells en diciembre de 2023 es un fracaso en la política de la era de Joe Biden y solo sirvió para desvirtuar la misión del galardón.
Advirtió que, bajo el mandato del presidente Donald Trump, se acabaron los reconocimientos vacíos y están enfocados en trabajo serio: colaboraciones más fuertes, políticas más fuertes y una verdadera rendición de cuentas.
"Ella nunca mereció un premio, trabajaremos para quitárselo", zanjó el embajador estadounidense.
No es la primera vez que Planells está bajo el radar del gobierno estadounidense. El año pasado, el entonces presidente de la Comisión Federal Marítima (FMC), Louis E. Sola, había alertado sobre su ‘metodología y credibilidad’.
También había recomendado tener cautela al interactuar con el diario La Prensa, debido a su historial de hacer acusaciones sin fundamento para obtener ganancias personales y políticas.
La careta de Planells se ha desmoronado tras las revelaciones que hizo la abogada Karisma Karamañites, en la que señaló que Annette, expresidente de La Prensa y dueña de Foco, tuvo un día antes el fallo del Tribunal Electoral que inhabilitó a Ricardo Martinelli de la carrera presidencial. Además, dijo que tenía contactos con varios magistrados de la Corte Suprema de Justicia, incluida la magistrada María Eugenia López.
La Prensa, por su parte, se precipitó a emitir un comunicado en el que se distanciaba del actuar de Planells; sin embargo, figuras cercanas a la redacción no tardaron en poner en tela de duda esa aclaración.
Ricardo Lombana, exsubdirector y jefe de información de La Prensa, atizó el panorama al indicar que le consta que el diario La Prensa tenía "pleno conocimiento de cómo a lo interno del medio se conspiraba para engañar a la población con sus publicaciones amañadas".
Curiosamente, tan solo hace cuatro meses La Prensa se vanagloriaba de los valores de Planells: "Su gestión ha dejado una huella significativa en la organización y en la defensa de los valores democráticos que esta representa", decía tan solo en agosto La Prensa.
También es curioso que el reconocimiento de Planells tuvo amplio despliegue mediático, pero ahora que está en medio de sensitivos señalamientos, impera la ley del silencio en los medios que un día la endiosaron.
Es más, hasta los propios gremios periodísticos guardan una tímida distancia, pese a que Planells ha puesto al periodismo panameño en medio de aguas turbias que incluyen supuestos amaños y extorsión. Estos tentáculos no solo habrían alcanzado a plataformas ya cuestionables como Foco, sino a otras que presumen de pulcritud como La Prensa.
Pero al consultarles, las respuestas son tibias, generales. Las excusas sobran. No se mencionan nombres, no hay la valentía mostrada en otros casos. Nadie se atreve a apuntar contra La Prensa.
Pero fuera del cerco de camaradería con el que cuentan, sí hay templanza. El abogado Domingo Barrios, por ejemplo, ha advertido que La Prensa ha pasado de ser un diario perseguido a un diario perseguidor.
También recordó cómo a través de una relación de trabajo corta, precisamente en la contienda electoral, fue testigo en primera persona de esa manipulación a la opinión pública.
La Prensa, en su búsqueda de influencia, ha querido convertirse en el árbitro del poder sin someterse a reglas democráticas. Y es que la democracia no la destruye solo la corrupción, también lo hace la manipulación mediática en nombre de la ética.